Segundo Sexo
Mensaje urgente a las mujeres

Segundo Sexo<BR>Mensaje urgente a las mujeres

Si existe una responsable de que la psicología femenina haya dejado de ser propiedad de  psicólogos, y sea el usufructo de cada mujer, esa es, a mi juicio, Jean Shinoda Bolen.

A partir de una “iniciación” en su trabajo, en su vida y en su obra, por parte de una amiga psicóloga, con “Las diosas de cada mujer”, he perseguido, tímidamente, primero, a esta experta del hacer, el pensar y el sentir femeninos.

La complejidad de la mujer ha sido por años uno de los temas tabú que el machismo ha desconstruido (las mujeres somos triple s: sonsas, simples y sensibleras). Y cuando la complejidad ha sido evaluada más como defecto que como virtud, hemos pasado a ser necias, torpes y conflictivas.

Ninguna visión del machismo nos asume con una complejidad que emule riqueza de sentimientos y expresiones. Jean Shinoda Bolen ha escrito sobre la mujer de todas las edades y con todas las manifestaciones de lo femenino, fundamentada en su experiencia como psiquiatra, su seguimiento a la escuela junguiana y su observación de los patrones de comportamiento.

Una de sus obras, “Mensaje urgente a las mujeres”, es un canto persuasivo a asumirnos frente a la colectividad a través de la solidaridad con la defensa de toda la estructura social, iniciando con la familia.

Con este libro, Bolen intenta poner la fuerza de cada mujer al servicio del colectivo, creando una gran energía capaz de transformar la sociedad que hasta ahora conocemos.

El valladar que hemos levantado alrededor de nosotras mismas para defendernos del avasallante mundo exterior puede ser derribado y puestos nuestros ánimos al servicio de un mondo capaz de ver en el amor la vía para la transformación.

Estando tan próximo el Día de la Mujer, Segundo Sexo une su voz  a la de millones de mujeres que exigen volver a vernos como seres humanos con iguales necesidades y con las capacidades necesarias para hacer de cada fuerza individual una muralla que favorezca un mundo más pleno, justo y placentero. Sufrir no es parte del propósito de la vida. Sufrir no es más que la manera como asumimos lo que de otra forma sería aprendizaje. Las mujeres podemos saltar las utopías.

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