Google trajo consigo el doodle de Miriam Makeba en celebración a su nacimiento el 4 de marzo de 1932. Tan pronto lo veo, me remonto  a mis primeros años, cuando en el ‘pick up’  de la casa sonaba “Pata pata”, y yo, con mis cortas piernitas, seguía los pasos de los adultos en un ritmo cadencioso y sensual que a mí me provocaba alegría.

Conocí a Makeba muchos años después, en la etapa en que la juventud quiere cambiar al mundo y se identifica con aquellos que han dado pasos certeros  para mejorarlo.

Mama Afrika,  como también se le ha llamado, no quiso ser indiferente ante el dolor y la necesidad de millones de sudafricanos  a los que les tocó vivir el Apartheid.

Pudo conformarse con sus éxitos discográficos; con ser considerada  de la misma talla de Sinatra o valorada por ser la primera mujer negra en ganar un Grammy. Pero eso no fue suficiente para Makeba.

En su lucha por la erradicación del racismo y la marginación social, se convirtió en el espíritu de África, que buscaba que sus hermanos fueran reconocidos con los mismos derechos del blanco que los obligaba a vivir en chabolas, marginados de la vida de oropel que se permitían los que se apoderaban de las riquezas.

Su activismo social y político le mereció el exilio, del que no regresó hasta después de que Nelson Mandela fue excarcelado.

Murió de un ataque al corazón cantando su/nuestro “Pata pata” durante un concierto en contra del racismo y la camorra. En honor a una mujer de raza buscaré la canción que la dio a conocer en el mundo entero y, como cuando era niña, soltaré las piernas y bailaré, y me alegraré de la sangre negra, sangre africana que por mis venas corre.

Pero esta fiesta del corazón no debe hacernos olvidar que, de alguna forma, esa segregación, que incluía separación por raza, apariencia y ascendencia social, la vivimos en República Dominicana hoy día, más soterrada y disimulada, pero real e incontrovertible. ¿Quién levanta la voz? ¿Quién es nuestra Makeba?

Twitter: @fatimaisolina