Seguridad alimentaria y soberanía alimentaria, dos conceptos diferentes

Seguridad alimentaria y soberanía alimentaria, dos conceptos diferentes

ALTAGRACIA PAULINO
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO  dedicó este año a reivindicar el Derecho a la Alimentación, que es un derecho humano consagrado en la declaración Universal de estos derechos, ocurrida en el año 1948.

Este derecho ha sido también reivindicado en la mayoría de las constituciones de 156 Estados que han aceptado estos derechos como una obligación jurídica.

Sin embargo, pese a estos 854 millones de personas «pasarán la noche con el estómago vacío según expresa en su discurso el Director General del organismo internacional, pese a que está demostrado que el planeta produce suficiente y adecuadamente todo lo que necesita su población.

De modo que es evidente la mala distribución de la riqueza, pero nadie hace nada para cambiar el panorama y por el contrario se hacen inversiones multimillonarias para cambiar los hábitos alimenticios de la gente, para que unas cuantas compañía se apoderen del monopolio de producir los alimentos que consumirá la población reduciendo la posibilidad de alimentarse de las personas que figuran en estas estadísticas.

Si los organismos internacionales han demostrado que el problema del hambre es la mala distribución de la producción ¿porque no buscar la solución de los problemas con lo que se tiene?

Las interrogantes vienen a la memoria debido a que las empresas que trabajan la ingeniería genética a través de la apropiación del patrimonio de cada país, venden como una bondad su producción de alimentos genéticamente manipulados como la panacea al hambre en el mundo, cuando en verdad el hambre es por la mala distribución, no por la falta de tecnología en el área de la alimentación.

Las empresas que trabajan con los OGM (Organismo genéticamente manipulados) en la rama de los alimentos les venden a nuestros gobiernos su plan, sin que se advierta que con los patrones genéticos se genera un problema legal, que de no ser tomado en cuenta se volcaría en contra de nuestro patrimonio y soberanía en el área de la alimentación.

Como dirían los jóvenes de Green Peace, nos venderán más caras las semillas, para asegurar su inversión no la seguridad alimentaria.

La Seguridad alimentaria no es igual a la soberanía alimentaria. La seguridad alimentaria la tienen los presos y los perros, ellos saben que todos los días le llevarán su comida, buena o mala pero su comida, ellos sí tienen segura su comida, como diría Sebastián Piñeiro, un científico brasileño dedicado a la investigación en el área de la alimentación. Empero la soberanía alimentaria, es otra cosa, es el derecho que tiene el ser humano a alimentarse libremente con todo lo que le proporciona la biodiversidad, sin que alguien quiera interponer trabas o cadenas que obliguen a degustar las cosas que no te gustan o que te hacen daño.

La soberanía alimentaria de nuestro país debe ser defendida porque ella implica nuestra cultura. Con lo que producimos podemos alimentarnos bien, de hecho, según los nutricionistas, gracias a la combinación de arroz, habichuelas y carnes, que es nuestra comida bandera, nuestros niños han sobrevivido.

¿Quien dijo que debemos arrodillarnos ante el trigo y el maíz caros en el mercado internacional, si tenemos la batata, que es un alimento en si mismo, la yuca, el plátano, el guineo, y otros víveres?

¿Porque cambiar nuestros hábitos alimenticios si poseemos una gama tan vasta de productos con los que alimentarnos? Todo por estar en la moda, por ser complacientes a costa del sacrificio de la mayoría. Sigamos saboreando nuestra bandera, nuestro mangú encebollado y dejarles a nuestros descendientes algo del placer que nos produce la cultura y soberanía alimentaria dominicana.

La Tecnología o la biotecnología en el área de los alimentos es tan cara que como país pobre nos aleja de las posibilidades de alcanzarla, es preferible enseñarle a la gente el valor nutricional y hasta medicinal de todo lo que se produce en el país, de tal manera que se valore cada pedazo de terreno, y que cada conuco produzca lo que le permita a la población ejercitar el derecho a la alimentación hasta lograr que nadie se acueste sin comer, porque es un derecho humano.

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