Seguridad, importancia vital

Seguridad, importancia vital

Es una cuestión de vida o muerte, sólo sobreviven los más fuertes… tecnológicamente hablando. La seguridad del automóvil ha cobrado en este nuevo milenio una importancia vital, y a los ingenieros de este sector les preocupa, por encima de las prestaciones, la economía de consumo, la ecología y la estética; la integridad física de los ocupantes de sus vehículos.

Los responsables técnicos de las distintas firmas automovilísticas se han empeñado en los últimos años en ganar la partida, sino a los índices de siniestrabilidad, sí a sus “devastadoras” consecuencias. La introducción de la electrónica y la informática en el automóvil ha dado lugar a ingeniosos y complejos dispositivos de seguridad activa y pasiva tendentes a reducir los efectos de los accidentes. El conocido ABS (antibloqueo de frenos que reduce el espacio de la frenada y facilita el control de vehículo en situaciones críticas, fue sólo el comienzo. El “airbag” (o bolsa de aire) se ha impuesto en todos los automóviles y ha pasado de colocarse en volante y tablero para evitar los golpes en la cabeza en los impactos frontales, a ubicarse también en el techo y los asientos para evitar daños en el tronco y cabeza de los ocupantes de los vehículos en los impactos laterales.

Pero no todos los avances en materia de seguridad se derivan de las excelencias de la electrónica. El diseño de las estructuras y la distinta resistencia de los materiales ha permitido a los fabricantes producir plataformas y chasis cuya deformación, en caso de accidente, absorbe parte de la energía del impacto, salvaguardando el habitáculo, espacio vital de los ocupantes de un vehículo. La “deformación programada”, que es como se denomina este apartado de la seguridad pasiva, minimiza las lesiones de los ocupantes a baja y media velocidad.

La seguridad activa, que engloba todos aquellos ingenios diseñados para evitar los accidentes, también ha avanzado notoriamente en los últimos años. Al ABS antes mencionado, se le han ido sumando los controles de tracción y de estabilidad, que evitan que un vehículo pierda la dirección marcada por su conductor a través de los mandos del mismo. Estos mecanismos recurren a los sensores del ABS, que detectan la variación del movimiento de cada rueda para, actuando sobre el freno de cada rueda, lograr que el vehículo no pierda la dirección que pretende seguir el conductor.

[b]Un bunker hecho con aire[/b]

El “airbag” o bolsa de aire se ha convertido en un elemento vital en la seguridad del automóvil. Básicamente, es una bolsa de tela que se hincha en milésimas de segundo cuando se detecta un impacto violento, que recibe el cuerpo del conductor una vez que se está ya desinflando para que el encuentro no sea tan brusco. Pese a su idoneidad queda algunas polemicas, aunque nada comparado con perder la propia vida. Los “Airbags” de conductor y acompañante se ven actualmente complementados por los laterales, traseros y para la cabeza, convirtiendo al vehículo en un auténtico búnker de aire.

[b]Vigilando la espalda[/b]

Uno de los último ingenio de seguridad es el reposacabezas móvil. Este dispositivo desplaza aquel elemento de los asientos cuando el automóvil recibe un impacto trasero. En ese instante el conductor se recuesta con fuerza sobre el respaldo, empujando una palanca que mueve el reposacabezas y evita lesiones en las vértebras.

[b]Rinspeed Splash, un automóvil que corre, nada y vuela[/b]

La utopía y la fantasía terminan casi siempre por convertirse en realidad, como demuestra la historia de la tecnología. En 2004 veremos algo que parecerá un sueño: un vehículo deportivo que también “nada” y “vuela” sobre el agua. Es el prototipo Splash, un increíble desarrollo que la marca suiza Rinspeed anuncia para marzo, en el Salón de Ginebra.

Rinspeed atesora una experiencia fuera de duda, como fabricante de accesorios, carrocerías, tuning y prototipos tanto para la industria como para el particular. Sus diseños son apreciados por todo el mundo de la automoción y los resultados de sus proyectos suelen dar en el blanco. Este prólogo se hace imprescindible antes de hablar del producto que anuncia el fabricante suizo: el Rinspeed Splash, un espectacular deportivo que no sólo se disfruta sobre el asfalto.

El Splash, de tracción trasera, lleva un motor turboalimentado de dos ciclindros y 750 centímetros cúbicos, alimentado con gasolina y gas natural. Desarrolla 140 caballos de potencia, lo que le permite alcanzar una velocidad máxima de 200 kilómetros por hora en la carretera, con una aceleración aproximada de 6 segundos de 0 a 100 km/h.

Elevándose sobre el agua, consigue los 80 por hora, mientras que navegando sobre ella llega a alcanzar los 50 km/h, según Rinspeed.

De momento no hay muchas explicaciones técnicas acerca del milagro. Rinspeed asegura que consigue estos resultados mediante “un sofisticado y plegable sistema de alas de alta tecnología que con controles hidráulicos y electrónicos permite alcanzar la tercera dimensión”.

Hasta marzo, en el Salón Internacional de Ginebra, habrá poca más información y una inusitada perspectiva para saber qué tipo de tecnología se ha empleado en el Splash.

De momento sabemos que tiene una carrocería plegable: en tierra mide 3,760 metros de longitud y 1,865 metros de anchura, pero en el agua se alarga hasta los 4,125 metros y se ensancha hasta los 3,990. Y, en cualquier caso, su peso en vacío es de 825 kilogramos, lo que certifica su construcción con materiales ultraligeros, desde el motor a la carrocería.

[b]El beneficio de GM[/b]

General Motors, primer fabricante mundial de automóviles, obtuvo el pasado año un beneficio neto de 3.750 millones de dólares, lo que supone un aumento del 120% respecto a 2002.

Este fuerte crecimiento se explica, entre otros factores, por la venta de Hughes Electronics a News Corporation, que se ha traducido en unos ingresos extraordinarios por importe de alrededor de 1.180 millones de dólares.

La cifra de negocio del grupo norteamericano ascendió a 182.555 millones de dólares el pasado año, un 4,6% más, mientras que la facturación correspondiente al cuarto trimestre se elevó a 48.300 millones de dólares, con un crecimiento del 7,67%.

El presidente de General Motors, Rick Wagoner, calificó de “sólidos” los resultados de 2003, “que reflejan las fuertes aportaciones de la financiera GMAC (que aumentó un 47,3% sus ganancias, con 2.750 millones) y de las operaciones de la división de automoción en la región de Asia Pacífico”.

Así, la división de Asia Pacífico obtuvo un resultado operativo de 174,2 millones de dólares, un 168% más, mientras que en América del Norte la empresa ganó 1.180 millones de dólares, con una disminución del 32,25%.

En Europa, la empresa redujo sus ‘números rojos’ un 48%, hasta 281 millones de dólares, gracias al programa de reducción de costes, cuyos beneficios se vieron anulados en parte por el efecto negativo de la apreciación del euro en relación con el dólar.

Al respecto, Rick Wagoner expresó su desilusión por no haber conseguido los objetivos previstos, aunque se mostró confiado en mejorar los resultados gracias al lanzamiento de nuevos modelos como el Opel Astra.

Con todo ello, la división automovilística de General Motors, que elevó su cuota de mercado en todo el mundo del 15,1 al 15,2%, se situó en 1.082 millones de dólares, con una disminución del 57,7%, debido principalmente al aumento de los costes de pensiones y de seguros sanitarios en Estados Unidos.

Para el 2004, General Motors cree que el mercado automovilístico mundial crecerá un 3%, hasta 60 millones de vehículos, con 17,3 millones de unidades en Estados Unidos, un crecimiento moderado en Europa y Latinoamérica y un fuerte incremento en la región de Asia Pacífico.

En este contexto, el grupo estadounidense espera alcanzar un beneficio por acción de entre 6 y 6,5 dólares, en comparación con los 7,14 dólares correspondientes a 2003. Además, la multinacional prevé generar liquidez en términos operativos por importe de 4.900 millones de dólares.

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