Seguridad pública y defensa (y 5)

Seguridad pública y defensa (y 5)

Cuando la violencia generada por el crimen organizado, el narcotráfico y la delincuencia común alcanzan ribetes inesperados, que desbordan el control de las autoridades, y la Policía queda a merced de ellos, los gobiernos se ven compelidos al uso de los militares, a pesar de que la misión principal de las Fuerzas Armadas en la República Dominicana, y en la mayoría de los Estados de la región, es defender la independencia, la soberanía y la integridad territorial.
Con excepción de Colombia en América Latina, donde una guerrilla civil evolucionó en una especie de mosaico de entendimiento con el crimen organizado y los carteles de las drogas, ningún país ha tenido éxitos con enfoques y tratamiento militar al tema de seguridad ciudadana.
México, que es el país del continente con unos niveles de inseguridad y un alto número de asesinatos -solo comparado con la Colombia de los años setenta, ochenta y noventa- decidió en el año 2007, durante la administración de Felipe Calderón, militarizar el problema teniendo como resultando que desde ese año, que es cuando comienza la guerra contra los carteles de las drogas, hasta 2014 murieron asesinados 164 mil mexicanos, de acuerdo con cifras ofrecidas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
La tardanza en transformar las estructuras estatales que están reservadas a lidiar con el tema de la seguridad y los problemas migratorios, nos está llevando a un situación que puede escapar de nuestro control. La toma de decisiones tardías sí nos puede llevar a un escalamiento mayor de la inseguridad y a una acelerada pérdida de más espacios públicos, que están en manos del crimen organizado y la delincuencia común.
Las acciones combinadas de cada una de las instituciones cumpliendo con su rol en el combate de la violencia, la inseguridad ciudadana y el crimen organizado, hará posible que el Estado pueda recuperar la territorialidad perdida. Con una visión amplia, sin exclusión de las distintas instituciones, el país podrá recuperar el control del territorio. Las Fuerzas Armadas, que están llamadas a vigilar el espacio aéreo, las fronteras y los límites marinos son fundamentales para la aplicación de una Estrategia Integral de Seguridad del Estado para el Siglo XXI.
Una mundo global, donde la guerra no es una amenaza permanente, y mucho menos para nuestro país, tal como fue durante la llamada Guerra Fría, los ejércitos tienen que jugar otro rol, enfocados en programas y políticas dirigidos al desarrollo social y político del país, en la mitigación de situaciones de desastres, como los fenómenos naturales que afectan la isla y, en caso extremo, la restauración del orden público en circunstancias que desbordan la capacidad policial.
Las Fuerzas Armadas deben seguir tecnificándose y teniendo intercambios con otras entidades homólogas de la región, a los fines de hacer frente a los nuevos desafíos que conllevan el control de nuestras fronteras, los espacios aéreos y marítimos con el uso de tecnología. La inteligencia electrónica y el empleo de equipos de detección de drogas, de armas y productos sin registros son instrumentos necesarios para controlar la porosidad de la frontera con Haití, siempre respetando los derechos de las personas, dominicanas o extranjeras, que se involucran en estos ilícitos.

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