Seguridad sin garrote

Seguridad sin garrote

Mientras el  jefe de la Policía, mayor general José Armando Polanco Gómez,   advertía ayer que garantizará la seguridad ciudadana sin importar los mecanismos que tenga que utilizar, sea con mano dura o pacífica, varios medios de comunicación publicaban la foto de los  glúteos amoratados del motoconchista Frankely Martínez,  quien denunció que fue secuestrado y torturado a batazos por cinco policías de servicio en Sosúa, incluyendo el jefe de investigaciones criminales, que lo llevaron por la fuerza a unos matorrales. El objetivo  de este procedimiento brutal era que el joven se declarara culpable de un robo que él dice no haber cometido. La víctima de las torturas radicó ante el Ministerio Público una querella contra los cinco policías.

 Si alguna garantía de seguridad quieren los ciudadanos es que se respetarán sin dobleces los derechos de los ciudadanos, incluyendo a los sospechosos de haber delinquido. El uso excesivo de la fuerza, que se manifiesta con  múltiples  modalidades, no puede ni debe tener cabida en  un plan de seguridad ciudadana. Lo que se arranca a batazos a un ciudadano secuestrado y reducido a la obediencia no cabe como confesión en ningún ámbito que pretenda juzgar un  delito. Queremos  que la autoridad garantice que  este hecho será investigado y sancionado, como prometió la fiscal de Sosúa. Queremos garantía de que habrá seguridad sin garrote.

Sin novedad en el frente

Los países miembros del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) concluyeron ayer la cumbre que sostuvieron con el presidente de los  Estados Unidos, Barack Obama, dejando la sensación de que poco o nada cambiará en cuanto a los  graves problemas de seguridad y pobreza que afectan a la región.  Las conclusiones no definen una estrategia que permita combatir el crimen organizado, el tráfico de drogas, el desempleo y la pobreza.

Desde los tiempos de la Alianza para el Progreso, el programa de ayuda económica, política y social de Estados Unidos efectuado entre 1961 y 1970, hasta nuestros días, los problemas latinoamericanos no han logrado soluciones importantes derivadas de cumbres de organismos regionales. La clausurada cumbre SICA-EEUU ha seguido una tónica parecida y sus conclusiones dejan las preocupaciones  en la posición anterior.

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