Seis falacias que deben aclararse sobre la crisis de Wall Street

Seis falacias que deben aclararse sobre la crisis de Wall Street

Ante la crisis mundial, que generó la reunión de los 20 en Washington, circulan en América Latina una serie de falacias sobre sus causas. Pueden llevar a políticas que hagan “más de lo mismo” que pueden agravar sus impactos. Entre las falacias:

1. La crisis es coyuntural

Algunos economistas ortodoxos dicen que es una crisis más. Las cifras los desmienten. El desempleo en Estados Unidos ya saltó al récord del 6.5%, 10 millones de desocupados. El 20% lo es desde hace más de 6 meses, el más alto nivel de desocupación de largo plazo desde fin de la II Guerra Mundial.

Por algo afirma el Nobel de Economía Paul Krugman: «Es una crisis económica que será cruel, brutal y larga”. Ocultar la importancia del problema no ayuda mucho.

2. La culpa fue de los modestos compradores de casas

Los culpables serían los esforzados trabajadores americanos que se endeudaron para comprar la casa propia, el gran sueño americano.

En muchos casos no sabían de la letra chica de las hipotecas que los iba a colocar en situación imposible. Pero además explica el Premio Pulitzer, Tomas Friedman: «El banco que daba la hipoteca eludía el problema porque se la pasaba a un agrupador, y el banco de inversión que agrupaba esas hipotecas lo eludía porque se podía ganar mucho dinero dándoles buenas calificaciones, así que por qué pararse demasiado…partes de Wall Street empezaron simplemente a sacar dinero del dinero mediante ingeniería financiera”.

3. El problema fue causado por “gaffes técnicas” fáciles de corregir

No es lo que piensa Allan Greenspan, ícono de la ortodoxia económica y presidente de la Reserva Federal durante 19 años. Al ser interpelado por el Congreso de Estados Unidos declaró: «El paradigma moderno del manejo de riesgos estuvo en pie durante décadas. Sin embargo, todo ese edificio intelectual íntegro colapsó este verano”. Autocriticándose, al revés de lo que hacen los economistas ortodoxos de la región que son incapaces de hacerlo, afirmó: “Estoy en estado de estupor”.

4. Hay que escuchar a las calificadoras de riesgos para que eso no suceda en América Latina

Tienen graves problemas de credibilidad en sus países sede. Los 20 las criticaron duramente. En Estados Unidos, en la interpelación que le hizo el Congreso, Jerome Fons, ex Moody’ s, declaró: “El modelo empresarial prevenía a los analistas de poner los intereses de los inversores primero”, y Frank Reiter, ex Standard&Poor ’s, afirmó sobre sus graves errores: “Las ganancias presidían todo el show”.

5. Los altos ejecutivos también perdieron, porque sus acciones bajaron

Hoy se sabe que como sus ingresos estaban ligados a las ganancias de sus empresas, las llevaron al más alto riesgo para ganar personalmente más en el corto plazo. Ganaban 2000 a 1 lo que millones de laboriosos americanos perciben como salario mínimo. Pero, además, ganaban siempre. Si la empresa ganaba subían sus paquetes. Si perdía, y los despedían, tenía que pagarles por despido los “paracaídas de oro”. Sólo los 12 ejecutivos que presidían los grandes bancos durante la crisis recibieron por su fracaso 500 millones de dólares.

6. Con cambios menores en el modelo todo se arregla

Según las encuestas, los ciudadanos piensan diferente.

 Exigen intervención fuerte de las políticas públicas para detener la debacle, regulación severa y control de los reguladores por la sociedad, responsabilidad social empresarial, topes a los altos ejecutivos, protección a los deudores hipotecarios y a las multitudes de desocupados, progresividad fiscal, respeto al medio ambiente, fortalecimiento de las redes sociales, y reformulación del sistema económico mundial.

Sobre todo, espera que, como lo planteó el nuevo presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, la economía vuelva a estar al servicio del “main street”, de la gente de la calle.

En América Latina urge todo eso, en lugar de justificar o minimizar la crisis.

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La crisis presiona el empleo

Las empresas de Estados Unidos, convencidas ahora de que la crisis económica será larga y profunda, multiplican los planes de restructuración y los anuncios de supresiones de miles de empleos.  En menos de 24 horas, grandes empresas anunciaron despidos que, sumados, afectarán a unas 22.000 personas. Las finanzas, la química, la informática, la telefonía, los medios; ningún sector quedó al margen.  

En cifras brutas, el operador telefónico AT&T lanzó una bomba: 12.000 empleos van a desaparecer en los próximos doce meses. La cifra representa «apenas» un 4% del personal, mientras que Viacom (de TV y cine), se propone despedir a 850 personas, el 8% de su personal.

El autor es Asesor Principal de la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del PNUD.

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