“Siempre hay mucho más de lo que parece a primera vista”.
Murasaki Shikibu
Hay dos maneras de vivir: atacándote o celebrándote. El ataque proviene de una vida gobernada por el ego. La celebración es la expresión del gozo enorme que surge de vivir en el espíritu. Cuando celebramos la vida de alguien, lo agradamos procurando que sepa lo que provoca en nosotros. La vida nos ofrece infinidad de pequeños placeres cotidianos, fáciles de disfrutar. Siempre es una buena idea deleitarnos con sencillos obsequios que muestren el interés que sentimos por nuestro propio bienestar.
Este fin de semana un participante me dijo que cada vez que desea iniciar hacer algo, primero debe ganar la pelea con él mismo. Me comentaba que su conversación interior suele ser crítica y dura. Su descabellada reacción es atacarse y luchar contra él. Tal vez, esto te puede resultar algo exagerado, pero lo cierto es que la mayoría de las personas usamos muchos años siendo nuestro enemigo más despiadado. El día que detenemos el feroz autoataque que perpetramos hacia quien somos, marca el comienzo de la historia de amor eterno hacia nosotros mismos.
El entrenamiento de este fin de semana me llevó a reflexionar en el valor de los pequeños regalos de amor que utilizo para celebrarme:
1. Expresarme lo que me hace bien.
Hablo conmigo, me comparto los planes que tengo en voz alta. Me doy consejos. Me digo palabras de validación, reconocimiento y amor. Hago afirmaciones. Oro. Canto. Recito mantras. Leo frases que me gustan. Me felicito por los logros alcanzados. Me escribo notas y me las envío.
2. Pasar tiempo conmigo.
La soledad es tremendamente bella porque es profundamente libre. Acompañarme a mi misma es uno de los regalos que más valoro. Me gusta ir al supermercado y escoger los ingredientes de algún platillo que me gusta. Luego pongo un audiolibro y mientras cocino disfruto alguna cerveza muy fría.
3. Saborear un delicioso chocolate
Además de su delicioso sabor, el cacao contiene triptófano, un aminoácido que favorece la producción de serotonina, un neurotransmisor que lleva al cerebro una señal nerviosa que produce felicidad. Según los mayas, el cacaoabre el corazón y nos conecta con nosotros mismos y con los demás de una manera más profunda y amorosa.
4. Tomar un baño caliente
No hay situación que no se disuelva en agua caliente. Uno de mis baños rituales favoritos lo logro mezclando una taza de aceite de oliva con una cucharadita de canela en polvo y media cucharadita de vainilla, lo remuevo bien y ¡listo!
5. Reírme
Cuando reimos liberamos hormonas que relajan los vasos sanguíneos, reduciendo el estrés. Busco una comedia en netflix. Veo muñequitos. Elijo algún video chistoso en youtube. Sintonizo los domingos los programas de televisión local (sí, leíste bien, Ja, ja, ja)
6. Juntarme con los amigos.
Pasar tiempo con los amigos me hace mucho bien. Es un modo de ver -y valorar- lo que me gusta de mí en otra persona. Comemos, hablamos, nos reímos de nosotros mismos, compartimos historias, bailamos, cantamos, vamos al cine, al teatro, la playa o compartimos en alguna casa.
Lo importante es que encuentres tus propias maneras de celebrar tu vida y lo conviertas en un hábito cotidiano. La manera como nos tratamos marca la diferencia entre los años que tenemos y los que en realidad hemos vivido. La vida es un regalo y la manera de agradecer el regalo es celebrándolo.