Semáforos para el Mirador

Semáforos para el Mirador

VLADIMIR VELÁZQUEZ MATOS
Como todos sabemos, el Parque Mirador del Sur es un verdadero pulmón de la ciudad de Santo Domingo, un lugar de sano esparcimiento verdaderamente hermoso donde los haya, concebido para que grandes y chicos y personas de todo el espectro social se den cita a fin de ejercitarse, jugar y pasear, además de botar el cotidiano golpe dentro de ese espectacular marco natural en la hoy muy bulliciosa y, lamentablemente, hipertrofiada ciudad capital.

Y aunque la ciudad de hoy ha crecido y continúa creciendo de forma alarmante, desmesurada (me llega a la mente la imagen de una mancha de petróleo que se esparce por el mar), y se hayan talado, adiestra y siniestra, tantos y tantos árboles para darle un aspecto urbanístico extraño de ciudad cosmopolita extrapolada al sempiterno subdesarrollo que nos arropa, un Miami chiquito según se dice, todavía el Parque Mirador del Sur conserva su encanto, además, es justo reconocerlo, es cuidado como se debe, recogiéndose la basura puntualmente a las vez que se siembran y cuidan centenares de arbolitos que en su momento llegarán a brindar su sombra a todos los transeúntes (y aquí hay que hacer un aparte y agradecer la excelente labor que ha realizado el ex vicepresidente, doctor Jaime David Fernández Mirabal, quien ha sido un verdadero abanderado de esta causa, es decir, la reforestación nacional, trabajando él con sus propias manos, con pico y pala, para que esos árboles estén hoy allí creciendo saludablemente para el disfrute de todos), por lo que no es de extrañar que sea el lugar de reunión por excelencia del que quiera salir a respirar aire limpio dentro de esta citadina suciedad.

Y a pesar que se han hecho muchas cosas positivas como ya hemos señalado, existen algunos problemas que deben solucionarse de inmediato, sobre todo para los usuarios que siempre vamos al parque ya sea para ejercitarnos o para sacar a la familia de paseo, y es que ninguna de las vías que desembocan a la avenida Anacaona, a excepción de la que confluye con la avenida Italia, poseen semáforos, teniendo que sufrir los innumerables transeúntes de graves percances, hasta arriesgando la propia vida, al tener que cruzar esa vía para llegar al Mirador, en donde ha habido no poco accidentes producidos por choferes desaprensivos que le dan a todo lo que marca el velocímetro de su vehículo cuando ven que alguien esta cruzando, aunque lo esté haciendo correctamente por la línea peatonal, pues no es un secreto para nadie que allí se producen, a cualquier hora, innumerables carreras de vehículos, no sólo por “jevitos”, los mal llamados “hijitos de papi y mami” que suelen andar borrachos o quién sabe cómo por allí, sino hasta por camioneros, flanqueadores y policías, convirtiéndose esa avenida en un verdadero caos para todo el mundo.

Ojalá que por todos los medios disponibles se puedan colocar a la mayor brevedad posible unos cuantos semáforos que estén sincronizados el uno del otro, para que el flujo vehicular no se interrumpa y se pueda cruzar con seguridad, sobre todo las madres que llevan a sus bebes en cochecitos sin que las dejen pasar por la mala educación y el egoísmo imperante en el tránsito, además de tantas ancianitas que hacen sus caminatas y tienen que correr a zancadas el trecho o, como Félix Sánchez, a fin de no ser atropelladas por estos salvajes con licencia para matar.

Y hacemos hincapié en ello, porque en la intercepción avenida Anacaona y Caonabo se produce un verdadero desastre en las horas pico, en donde el peligro, la intrepidez, la malicia y desesperación de los choferes crea un caos de una magnitud tal, que ya ha habido allí algunos accidentes mortales sin que nadie haga nada, y sin saber porqué no se ha solucionado siendo una vía de desahogo tan importante de la gente que baja por la 27 de Febrero, de la que viene de la Churchill o la Núñez de Cáceres y la Luperón, y que no se hayan tomado las medidas de lugar a fin de ponerle un simple semáforo, además de un bendito oficial de AMET para controlar aquel maremagnun del demonio como lo es esa traumática confluencia colindante con el Mirador.

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