Semana  Santa

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Dos veces al año, el Estado tiene que disponer recursos humanos, logísticos y económicos extraordinarios para prevenir desbordamientos de conductas o aliviar los efectos de este tipo de comportamiento humano.

Por curiosa paradoja, estas costosas operaciones tienen lugar en dos épocas del año que la Fe Cristiana consigna para la meditación y el recogimiento. ¿Cómo explicar que en Semana Santa y Navidad, dos celebraciones sacras, se produzca el mayor número de casos de desenfreno y pérdida de la cordura, hasta el grado de hacer necesarias medidas especiales de control?

Pero en lo que los que se dedican al estudio de la conducta humana establecen las causas de tanto desenfreno, asumamos la realidad de los hechos.

Este día, Domingo de Ramos, marca el inicio de la Semana Santa y, como cada año, la gente se apresta a dedicarse al gozo del asueto. Unos suelen actuar con prudencia y recogimiento, observando la tradición cristiana, y otros que le dan un puntapié a la cordura para entregarse a los mundanos placeres.

-II-

No se pretende que la gente se cohíba de hacer las cosas que les aportan diversión y esparcimiento. Lo que se procura es que cada cosa que se haga tenga la correspondiente dosis de moderación y prevención.

Uno de los aspectos preocupantes durante la Semana Santa es el de los percances y tragedias provocados por la temeridad en el manejo de vehículos de motor, por excesos en la ingesta de bebidas alcohólicas y por falta de prudencia al adentrarse en playas o balnearios.

Quienes pierden la cordura en estas circunstancias terminan haciéndose daño y dañando a otros, llevando dolor o luto al hogar propio y posiblemente también al ajeno.

Es verdaderamente contradictorio que en las épocas propias de la meditación y el recogimiento, de la celebración sobria, el Estado tenga que destinar recursos extraordinarios para cuidar a los que no se cuidan.

Aún así, por optimismo o por utopía, siempre esperamos que la gente asuma la responsabilidad de divertirse sanamente, sin desenfreno, con sobriedad, y que ese comportamiento haga bajar las cifras de tragedia y dolor que parecen consustanciales a estos períodos sacros.

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