Semana Santa: De educación y consecuencias. Aunque no extraña, porque está visto que de los conciudadanos se puede esperar cualquier exceso, las imágenes que se vivieron en la Semana Santa nos obligan a reparar, una vez más, en la falta que nos hace educar.
Los últimos dos años, por aquello del encierro de la pandemia, la realidad fue muy distinta a la de este año. Por ello, hace unos días nos llevamos la mano a la cabeza olvidando que el 2022 ha sido una réplica del 2019: el desenfreno, la basura y el irrespeto brillaron como si la gente compitiera por ver quién era peor.
Las Terrenas, sin dudas, fue el lugar que se llevó el premio: allí los parroquianos hicieron todo lo posible por demostrar que siempre se puede ser más bestia.
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Ver las jeepetas transitando por la arena en la jornada de regreso, espacios repletos de basura y gente amontonada, dando el peor de los espectáculos, nos confirma que es mucho lo que nos falta por crecer.
El turismo, esa industria de la que depende el país, pierde muchísimo cuando esas imágenes le dan la vuelta al mundo a través de las redes sociales. También pierde el ecosistema que se deteriora, además, ante la mirada impasible de unas autoridades que no hacen nada. ¿Cuándo comenzaremos a cuidar lo que tenemos? ¿Algún día habrá consecuencias?