Sembrando el país de fogaraté

Sembrando el país de fogaraté

La mayoría de los habitantes están expuestos a los efectos de la publicidad en general, especialmente sobre los últimos productos y a la difusión de las nuevas formas de vida. La gente no solamente se entera de todo lo que ocurre   en el mundo, sino que recibe la influencia de las imágenes y de los anuncios que ofrecen toda suerte de ilusiones, así como productos nacionales y extranjeros.

El mensaje repetitivo de la radio y  la televisión con sus sistemas audiovisuales llenos de colorido y de sugerencias psicológicas, cada día llega a más gentes independientemente de donde vivan e independientemente también de sus condiciones sociales o económicas.

El mundo del consumo entra por ojos y oídos tanto del analfabeto como del  profesional; lo mismo de los que viven en los campos y zonas suburbanas; lo mismo de niños que de amas de casa; en la misma forma que para el obrero, para el empleado público o privado.

Con sus mensajes sugerentes penetra a los sentidos y las mentes, mostrando un mundo de tal diversidad de  productos y ofertas de comodidad, de vida exitosa, modas, alimentos, aparatos electrónicos,  bebidas, recreación, viviendas, jeepetas, premios, que en muchos casos sirve solo para generar expectativas imposibles de alcanzar o para crear sentimientos de confusión, frustración y desorden en la asignación de prioridades.

Las técnicas  publicitarias  del mundo moderno son un instrumento para crear mercados, para motivar al consumo, para mover personas, familias y multitudes. Es el motor del comportamiento y en gran parte del desarrollo económico. No se trata de calificar sus intenciones, sus objetivos, sus propósitos o sus contenidos, sino de reconocer que el desarrollo humano tiene que realizarse dentro de un mundo de creciente complejidad y de apertura de mercados cada vez mayor, lamentablemente no priorizado para lograr satisfacer aunque sea parte de las sugerencias que la publicidad ofrece.

La tendencia de las personas a  adquirir nuevas cosas y a abrirse ante las innovaciones, pero sin tener las posibilidades por falta de empleo o dinero, tiende a generar efectos contraproducentes, tanto en lo económico como en lo sicológico, en lo sociológico y en lo político.

Negarse al cambio y a la ampliación de mercados se podría calificar como un freno al progreso humano y cercenar fuentes de ingresos que son esenciales para el desarrollo social, pues el trabajo genera bienes y servicios que deberían estar a la disposición de todos mediante correctos sistemas de mercado, pero para lograrlo debe haber  un proyecto, un gobierno o un  sistema político y económico que ofrezca  oportunidades para todos.

Mientras solo una minoría  tiene acceso a la riqueza,  los medios invaden con propaganda de cosas que la mayoría no puede alcanzar, los precios suben, el gobierno mantiene la política de hacer cosas solo como instrumento político electoral, crece la inseguridad, el desempleo y la droga, pero sin un sistema justo y una correcta y efectiva campaña de educación, estamos sembrando el país de  fogaraté.  

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