Senado y arrastre electoral

Senado y arrastre electoral

El electorado dominicano parece moverse en péndulo. En 1998, la mayoría indicó que iba en camino de volcarse hacia el PRD, y en el 2002 le dio 90.6% de las senadurías. En el 2006, la mayoría indicó que iba en camino de volcar su apoyo al PLD, y en el 2010 le dio 96.8% de las senadurías.

De cuatro elecciones congresionales y municipales separadas de las presidenciales que se celebraron entre 1998 y 2010, el partido gobernante ganó en el 2002, 2006 y 2010. Es decir, hubo arrastre en tres de ellas, y en el Senado, el arrastre fue altísimo en el 2002 y 2010.

En República Dominicana se ha generalizado la idea de que la separación de las elecciones congresionales-municipales de las presidenciales contribuye a disminuir el arrastre. Sin embargo, la evidencia empírica no sustenta esta idea.

Lo que sucede es que la separación de las elecciones no conduce necesariamente a disminuir el arrastre, y mucho menos, en países con alto nivel de clientelismo y corrupción, como República Dominicana, donde el partido gobernante puede utilizar con facilidad los recursos públicos con fines electoreros.

Como el objetivo de disminuir el arrastre es loable, debe buscarse un mecanismo más efectivo para lograrlo.

Una medida que podría contribuir a nivel senatorial es la fragmentación de la boleta congresional. Eso permitiría que los electores puedan votar por el senador o senadora de un partido y por los diputados de otro.

En el sistema electoral dominicano existe la fragmentación de la boleta para el nivel congresional y municipal, y el electorado ha dado muestras de saber utilizarla.

Por ejemplo, en las recién pasadas elecciones, una mayoría de los electores del municipio de Santiago votó a favor del PLD en el nivel congresional y del PRD en el municipal. Lo mismo podría decirse de la Provincia Santo Domingo donde el PRD ganó importantes alcaldías y el PLD ganó a nivel congresional.

La tendencia de que se produzca una sobre representación del partido ganador en el Senado se debe fundamentalmente a que los senadores se eligen por mayoría simple, mientras los diputados se eligen por representación proporcional.

Esto significa que el partido que obtiene más votos en una provincia adquiere la única senaduría de la provincia, mientras dos o más partidos pueden alcanzar diputaciones en esa misma provincia.

Dicho en términos técnico-electorales, para la senaduría, la provincia opera como una circunscripción uninominal, porque sólo se elige un senador o senadora por mayoría simple. Para las diputaciones, la provincia opera como circunscripción plurinominal porque se eligen dos o más diputados por proporcionalidad.

La fragmentación de la boleta congresional no garantiza que se reducirá el arrastre, pero permite que los electores puedan expresar preferencias por partidos diferentes en la elección de senadores y diputados.

De haber existido en las elecciones de 2010 la fragmentación de la boleta para el Senado y la Cámara de Diputados, probablemente el mapa senatorial tuviera mayor colorido y contara con mayor representatividad en relación con los votos emitidos a nivel nacional por el PLD y el PRD.

Los datos hablan por sí solos. A pesar de haber obtenido alrededor de 42% de los votos a nivel nacional, el PRD se quedará sin representación senatorial en el nuevo Congreso; mientras el PLD, con 54% de los votos, tendrá 96.8% de las senadurías.

En la Cámara de Diputados, donde se elige por proporcionalidad, el PLD capturó 57.3% de las diputaciones y el PRD 40.9%. Estos porcentajes de diputaciones se aproximan al total de votos emitidos a favor de estos dos partidos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas