Si al finalizar el año 2007 solo miramos hacia las cuestiones del acontecer político y los aspectos institucionales que fallan por la influencia negativa de intereses particulares, muchos sentirían pena por este país.
Pero lo cierto es que aunque la desarmonía e ineficiencias en el seno de la sociedad parezcan negar un futuro promisorio, la nación dominicana siguió dando en los meses del período que culmina, importantes demostraciones de superación y sentido constructivo.
Gran parte del crecimiento económico (que no lo es todo ni suficiente) se debe a iniciativas de inversiones de sectores privados que innovan y multiplican los medios de producción y comercio.
Lo que ayer era exportación limitada de vegetales y otros productos del agro, la industria y la minería, hoy se va convirtiendo en un envío más cuantioso de bienes diversos hacia mercados externos.
De la presencia de múltiples tiendas y supermercados que individualmente caracterizaban el comercio de otras épocas, se ha ido pasando a una dinámica de cadenas de establecimientos con efecto multiplicador y con el agrupamiento de múltiples centros de expendios y servicios en grandes plazas; y la infraestructura turística crece y se diversifica a pesar de que el entorno internacional, impactado por alzas petroleras, parezca desalentador.
De otro lado, la enseñanza superior ha cobrado mayor importancia aunque todavía nos falta una mayor presencia de programas de tecnificación de la mano de obra y a pesar de que el país sigue sacando malas notas en los índices que mejor revelarían el verdadero desarrollo.
Universidades privadas de prestigio exhiben resultados enaltecedores, y por doquier aparecen profesionales de éxito provenientes de la PUCMM, de la UCSD, de INTEC, de la UCE, UNIBE y algunas otras.
La base del desarrollo y crecimiento de la economía dispone, a decir verdad, de una infraestructura valiosa constituída por profesores y aulas universitarias cuya calificación mejora con el paso del tiempo.
La propia UASD se ha extendido provechosamente con adecuadas edificaciones hacia otras ciudades como Puerto Plata, Santiago y Hato Mayor, para solo mencionar sus tres más recientes logros que el gobierno ha respaldado.
Hay una forma efectiva de progresar y elevar el nivel de vida de diversos estratos. Muchos dominicanos la conocen y aplican aunque persistan condiciones desfavorables ajenas a su voluntad.
Timbre de orgullo
No se pueden exaltar los méritos de la nación en el 2007 sin mencionar los triunfos individuales de aquellos dominicanos que con su talento y trabajo coronaron con más éxitos sus carreras impactando a propios y extraños.
Enfoquemos la atención en los lauros conquistados este año por un Juan Luis Guerra a nivel local e internacional. Son los honores recibidos por un dominicano auténtico, ejemplo como artista y como hombre de sensibilidad y generosidad.
Tampoco se podría hablar suficientemente de triunfos nacionales sin mencionar al béisbol. De esta cantera han surgido innumerables estrellas de Grandes Ligas, como David Ortiz, Manny Ramírez, Pedro Martínez, Moisés Alou y muchos otros que se destacaron y que huelga mencionar, incluyendo a Alex Rodríguez, que aún debiendo su desarrollo físico y formación ciudadana a Estados Unidos, refleja con frecuencia la dominicanidad que le fue transmitida por un hogar de tradiciones y valores locales.
Aun en la adversidad, como los pesares traídos por las tormentas Noel y Olga, la nación dominicana, con una buena participación del gobierno dicho sea de paso, ha sido sensible y pro activa ante la tragedia y destrucción.
Ha habido notables muestras de solidaridad, tanto de entidades locales como extranjeras, hacia los damnificados.
Algunas cosas positivas del 2007 no caben en este espacio pero existen; como existen también las negativas que todavía nos golpean y están ahí a la vista de todos.