Sendero de pasos inciertos

Sendero de pasos inciertos

JOSÉ B. GAUTIER
¿Cuál ha sido la influencia del matriarcado africano en el comportamiento social dominicano? Observa. Es muy poco lo que conocemos de la cultura haitiana durante la época colonial, esa escrita con sangre, sudor y lágrimas de esclavos traídos encadenados en barcos negreros, no la de los ricos amos franceses, y mucho menos lo que sabemos de la cultura tribal-republicana presente, la de “naciones y tribus” haitianas discriminadas y taradas como hombres libres, esa que está siendo trasvasada a territorio dominicano con todas sus lacras y resentimientos sociales mediante la inmigración masiva de esos grupos discordantes.

Casi desde sus orígenes los habitantes de la partida Isla de Santo Domingo viviendo en sociedad escriben páginas de historia de culturas e idiomas diferentes que conviven paralelamente en sus territorios. La europea y la africana. La del amo y la del esclavo. La del blanco y la del negro. La del cristiano y la del converso. La de un solo Dios y la de múltiples dioses. La de sacerdotes cristianos y la de los hougans del vudú. La de España y la de Francia. Nuestra formación social isleña fraccionada es un sendero rico en casualidades, contradicciones e hipocresías para ser lo que hoy somos.

Nos inquieta desconocer cosas sencillas de nuestros vecinos haitianos de las cuales no tenemos respuestas. Por ejemplo, ¿cómo eran las relaciones sexuales y matrimoniales entre miembros de una sociedad de esclavos donde escaseaban los úteros y abundaban las vergas? ¿Cómo era la familia? ¿Tenían “alma” los esclavos negros? Conocer las implicaciones sociales de estas y otras muchas situaciones ocultas estigmatizadoras, proyectadas, digamos al matriarcado existente en los bateyes azucareros del Estado dominicano propiciados a partir de 1966 por el presidente Balaguer y su desparramiento tolerado por los gobiernos sucesivos a todos los rincones sociales dominicanos, donde hay mujeres haitianas que tienen hasta doce hijos sin padres conocidos.

Mujeres que caen trituradas en las garras de la ruleta social degradante para solo ser usadas como vientres reproductores, en la crianza de niños y en la prostitución. ¿Cómo repercute en el tiempo la disolución de la familia ante esa realidad? ¿Del concepto cristiano del padre como eje de la sociedad? ¿Del papel pastoral de la Iglesia Católica a través de sus sacerdotes que actúan como madres nodrizas de ese matriarcado haitiano primitivo que florece a perpetuidad en los bateyes azucareros dominicanos sostenido por gobiernos corrompidos y por donaciones de bienes, alimentos y servicios de naciones extranjeras con problemas migratorios a través de las iglesias y de Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s)?

¿Cuál ha sido la labor de la Iglesia Católica y otras iglesias cristianas para detener esa vorágine social? ¿Dónde se sitúa la familia responsable que no dependa del Estado o de la limosna? La Iglesia Católica esta en contra del control de la natalidad y perdona la prostitución y la homosexualidad. Con una explosión demográfica del país vecino. Sin control natal para nacionales y extranjeros aquí ni allá, sin controles migratorios efectivos hacia territorio dominicano, con una dependencia cada vez mayor de mano de obra extranjera para producir riqueza a la clase dominante económica y política, siendo deudores morosos de países imperialistas usureros y capitalistas, ¿qué le espera a esta sociedad dominicana?

Los integrantes de “naciones haitianas” ya controlan barrios periféricos enteros en ciudades y pueblos dominicanos. Son sus dueños. Dictan las normas de convivencia. El tráfico humano, la venta de drogas, la prostitución, el comercio de armas, monopolizan los empleos. Forman asociaciones de malhechores y pandilleros que son intocables.

Bendecidas y protegidas por organizaciones de derechos humanos, centros católicos para migrantes y refugiados, y de entidades como el Alto Comisionado de Naciones Unidas para refugiados (ANCUR), muchas obedientes a intereses de las políticas trazadas por la Central de Inteligencia Norteamericana (CIA) con campañas bien elaboradas y financiadas de descrédito mentiras y falsedades aquí y en el extranjero, van neutralizando los puntos vitales de la nación dominicana, sus instituciones, su opinión pública y tomando su control.

Se produce el modelo siniestro de la ensangrentada Haití intervenida y ocupada hoy por tropas de los Estados Unidos de América y la de Misión de Estabilización de la OEA en Haití (MINUSTAH). Ya tenemos nuestras Cite Soleil y Bel Air impenetrables. El paralelismo es asombroso. ¿Se estará acercando otra intervención militar extranjera al país tomando como tubo de ensayo la colapsada Haití?

La clase intelectual y pensante dominicana, fosilizada la mayoría en estereotipos sociales imaginarios, utópicos, de lucha de clases, en medio de cementerios de revoluciones naufragadas, frente a un mundo judaico-cristiano en decadencia que no ofreces soluciones al reto del islamismo, no percibe el drama migratorio nacional como tampoco lo hizo la élite francesa hasta que el estallido social le tomó por sorpresa en sus ricas e industrializadas ciudades y pueblos.

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