SENDEROS QUE LLEVAN A LA CIMA

SENDEROS QUE LLEVAN A LA CIMA

Exposición. En la Alianza Francesa de Santo Domingo, “Senderos de los colores”, esculturas en madera de Juan Trinidad

Mucho nos agrada que Juan Trinidad exponga en la Galería de la Alianza Francesa. Escultor nacido, viviendo, trabajando en Bonao, dominicano de pura cepa, es un enamorado de París y de Francia, casi hablaríamos de pasión…
Su primera estadía allí y su ascenso iniciático a la Tour Eiffel, cuando él expuso en la sede parisina de la Alianza Francesa dentro de una muestra colectiva dominicana, lo “marcaron” definitivamente…
Durante su más reciente exposición parisina, la visita al Museo Maillol y a una retrospectiva de Alberto Giacometti –por cierto amigo de nuestro Luichy Martínez Richiez–, le impresionaron profundamente y hasta le inspiraron homenajes.
El conjunto escultórico se despliega en dos salas –renovadas– de exposiciones del establecimiento docente y cultural, sin duda un excelente lugar para exposiciones individuales con un número moderado de piezas. El título, “Senderos de los colores”, puede sorprender, sobre todo siendo Juan Trinidad exclusivamente “escultor” y tridimensional. Sin embargo, aquí el color canta.
Senderos de tallas. Heredero de la gran tradición de la talla directa en madera, Juan Trinidad la lleva, cada vez más, a una expresión contemporánea. Hoy, su escultura culmina en una síntesis de ritmos y cortes, curvas y contornos armoniosos, en superficies impecablemente pulidas, en un labrado preciso y refinado.
La escultura de Juan Trinidad destaca ligereza estructural, piezas delgadas, alto relieve y verticalidad, con una composición ordenada y secuenciada en las horizontales. Los pequeños y medianos formatos convienen al artista, ¡aunque él se enorgullece más de sus obras monumentales!
Notamos, personalmente con satisfacción, que se ha ido alejando de las composiciones barroquizantes y macizas.
Entre figuración y abstracción, ambas perfectamente articuladas, su sello, a la vez extraño y familiar, sigue siendo los perfiles hieráticos, cual una herencia ancestral, genealogía de sabios caciques y chamanes dormidos… Una suerte de nostalgia emana de estos rostros que parecen reposar en un mundo de vida interior, serena y misteriosa, más aun de soledad feliz.
Juan Trinidad ha sentido y mostrado siempre una plena libertad en la concepción espacial. Ahora bien, las formas, otrora orgánicas e intrincadas, se han vuelto sigilosamente más depuradas. Sin embargo, no existe un común denominador que podría caer en el estereotipo: la diversidad impera, sugiriendo que el artista “construye” los elementos y se acerca a una propuesta de geometría sensible para la talla directa.

Caminando entre colores. Lo que distingue su producción muy reciente es la policromía. Toques y revestimientos de color animan el lenguaje escultórico. Percibimos una casi intención lúdica: el muy serio Juan Trinidad no descarta jugar con la materia.
Su rasgo más innovador es cuando él pinta y laquea totalmente la obra, ¿Connotación floral en las esculturas? Amarillas, rojas, anaranjadas, azules, blancas, se convierten en sinfonía cromática, agregando las sombras una “percusión visual”, instantánea y fugaz.
El colorido comunica una intensa vitalidad a esas estructuras, que mezclan el onirismo y la fantasía, aunque motivan a Trinidad el paisaje, el hábitat, los árboles frutales, las orquídeas, en fin, el entorno radiante de su casa, donde él tiene su espacioso taller, una simbiosis de laboratorio, fábrica, manufactura y cobijo… No hemos olvidado que cuando Juan Trinidad introdujo el color en sus obras, expresó: “Ustedes pueden ver que la primavera y las frutas del verano alegran mis esculturas”.
Si nunca han sido las figuras, o sea lo real observado que inspiró al artista, y si siempre la estructuración del espacio ha construido un discurso escultórico discrecional, también la paleta tiene una plena libertad en la “carta de colores”…. La policromía es vital en el lenguaje plástico último, pero él no se ha alineado detrás de colores emblemáticos. La combinación –frecuente– de la madera dejada natural y de toques laqueados resulta estéticamente positiva.
La paleta cálida o refrescante, a veces con ambas cualidades, en los rojos, amarillos, verdes, hasta en los azules, sin olvidar el blanco luminoso, exalta en esta visión coloreada, no solamente los tonos y la luz del exterior, sino el “ojo interior” del autor que transforma la realidad cuando no la imagina, parecen brotar naturalmente de una visión interior, porque si los colores son vitales en este lenguaje plástico, ninguno se define como emblemático.
Algo muy distinto, años atrás, cuando Juan Trinidad casi sistemáticamente tenía sus tallas en negro, también con buenos resultados.
El artista mantiene su impronta, versión tridimensional del “mestizaje”– afro-antillano, amerindio y europeo– tan característico del estilo dominicano, aunque, indiscutiblemente, hay una evolución dinámica, con acentos contemporáneos. Este trabajador incansable no se detiene ni se detendrá, sin temer a los tropiezos.
Disfrutamos plenamente esta exposición de la Alianza Francesa, que alegra a Juan Trinidad, tanto como a sus espectadores, los cuales han sido numerosos desde la muy concurrida inauguración. Podremos caminar durante dos meses por los “Senderos de los colores”: ¡ellos ameritan el paseo! Su contemplación genera el optimismo, no solamente por el entusiasmo evidente del artista, sino por su ejemplo en la producción y la proyección de la escultura nacional.

Proyectos internacionales
Juan Trinidad es el artista nuestro que mayor circuito internacional emprende, con ahínco y persistencia. Próximamente, expondrá en dos ciudades de Italia, volverá a presentar su obra en Berlín, y hay otra muestra pautada para los Estados Unidos.

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