Eran las 5:00 de la tarde cuando el señor Rafael Domingo Algomany Gotró, de 65 años, vio por última vez una partida de ajedrez en la calle El Conde: tras empezar a sentirse mal, cayó fulminado por un infarto.
Habitué de los paseos por esta calle, donde solía detenerse a ver los juegos de ajedrez, Algomany era conocido por los que frecuentan el lugar, ya que residía en la calle Polvorín número 8, ubicada en la zona colonial.
Minutos después de su deceso llegó su esposa, Brígida de la Cruz, quien explicó que Algomani padecía de presión alta. A pesar de ello, no esperaba que algo así sucediera.
Aunque un médico intentó reanimarlo, no pudo hacer nada. El destino le había sentenciado a perder, inexorablemente, el último juego de su vida.