Señor, Señor, ¡cuán bueno has sido conmigo!

Señor, Señor, ¡cuán bueno has sido conmigo!

Te agradezco Señor y ahora lo digo de voz en cuello:
-que me diste unos padres y una abuelita que nunca me perdieron ni pie ni pisá,
-que siempre vigilaron que no fuera ambicioso,
-que siempre me exhortaron a estudiar sin límites, todos los días,
-que me dieron el ejemplo de la necesidad de leer un día sí y el otro también,
-que me abrieron una cuenta en la librería de mi tía Tata Gautreaux tan pronto aprendí a leer y escribir,
-que me enseñaste a leer toda palabra escrita, a no discriminar ningún tipo de lectura,
-que todo lo escrito tiene valor, aunque momentáneamente pensemos que no es así,
-que me dotaste de una extraordinaria memoria, que me ahorraste recordar textos completos, poemas largos,
-que me enseñaste a tomar lo conceptual de cualquier texto y poder recordarlo en el momento oportuno,
-que me diste como ejemplo el respeto a los mayores, comenzando por los míos,
-que me enseñaste a respetar a los maestros,
-que me enseñaste a respetarte y quererte, obedecerte y amarte sin intermediarios, que la fe no está ni puede estar en las manos de otros hombres,
-que el modo decente y honesto de vivir es con el fruto de tus estudios y el trabajo constante,
-que la práctica del ahorro es una virtud que siempre produce tranquilidad y beneficios,
-que permitiste que fuera mi padre quien me introdujera en el fascinante mundo de la música tanto como ejecutante como melómano,
-que me permitieras aprender y ejercer una profesión que me fascina, el periodismo,
-que me introdujeras en el mundo maravilloso de la escritura de ficción: novelas, cuentos, ensayos, historia,
-que me premiaras con el ejemplo de padres rectos, dedicados, que me permitieron ver que se puede y se debe vivir honradamente, que me dieron la dieron la inconmensurable lección de que cuando no se tiene no se va, honestos a carta cabal, trabajadores, serios, cumplidores de la palabra empeñada
-que me permitieras aprender que hay que arroparse hasta donde la sábana lo permite,
-que hay que honrar al padre y a la madre, a los abuelos, a los otros padres que son los suegros, a hermanos, tíos, primos,
-que la amistad sólo se mantiene firme cuando hay respeto por la opinión ajena,
-que me diste la mujer que amo e hijos sanos, decentes, estudiosos, trabajadores, honrados,
-que el amor a la Patria no tiene descanso,
-que amar a los Padres de la Patria es una demostración de fe, cariño y respeto por la tierra y la sociedad que te vio nacer y crecer.
Esa es mi oración al cumplir hoy mis primeros 80 años.

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