Por ALTAGRACIA ORTIZ
El entierro de un joven de 22 años, supuestamente perteneciente a la banda de Los Collares, muerto de 18 balazos propinados por un miembro de una banda rival en el ensanche Espaillat, fue llevado al cementerio de Cristo Rey acompañado de decenas de sus colegas de grupo, quienes animaban el sepelio con música alta, escoltados por efectivos policiales que hacían posible la marcha al camposanto.  

La victima fue identificado por algunos de sus amigos como Breydin. Su deceso se produjo el Viernes Santo y luego de ser velado en el barrio, decenas de personas entre amigos y relacionados lo llevaron hasta su descanso en el cementerio del barrio Cristo Rey.

Hombres, mujeres y adolescentes caminaron la calle Central, doblaron en la avenida Duarte para luego cruzar la avenida Nicolás de Ovando y llegar al cementerio. Caminaban desafiantes y rehusaban dar datos en torno al caso.

Yipetas, motores, carros, motocicletas, pasolas y personas a pie, caminaban, mientras un hombre bajó de una yipeta, sacó decenas de botellas de agua y la distribuyó entre los caminantes. Fue evidente el consumo de alcohol y la música de afamados reguetoneros.

En el particular entierro no se observó a personas con tristeza o rostro lloroso, al contrario, en algunos casos parecía un acto social. Este no es el primer caso en que jóvenes de los barrios empobrecidos son enterrados con música, ron y escoltados por patrullas policiales.

Un agente comentó a reporteros de HOY que el seguimiento de patrullas policiales se da para evitar enfrentamiento entre bandas. Estima que si la Policía no acompaña ese tipo de recorrido, es probable que ocurran muertes sangrientas producto de enfrentamientos entre bandas.

La banda de los Collares tienen sus orígenes a finales de los años 80 y 90, uno de sus miembros fue Carlos Collado, muerto tras ser acusado del asesinato del senador perredeísta Darío Gómez.