Sepultan con honores militar asesinado

Sepultan con honores militar asesinado

PINAR DEL RIO, Cuba (AP).– Hasta hace unas pocas horas el teniente coronel Víctor Ibo Acuña Velázquez era un hombre normal de 41 años, tenía dos hijas y un futuro por delante. Ahora se convirtió en una víctima heroica tratando de evitar el secuestro de un avión perpetrado la víspera por dos reclutas fugados y fuertemente armados.

Envuelto en una bandera cubana, el cajón con sus restos fue saludado ayer, viernes, por cientos de personas en Pinar del Río, a 150 kilómetros al occidente de la capital, donde creció y fue enterrado.

Antes se lo condecoró postmortem por orden del Consejo de Estado y se le rindieron honores militares con disparos de salva y toques de marchas marciales.

«Era el más alegre, entusiasta y generoso’’, dijo a la AP su hermano, Isidoro Rolando Acuña Velázquez, durante el sepelio. Mientras oficiales y amigos aún no salían del asombro por el sorpresivo giro en el destino de este hombre.

La AP fue la única agencia extranjera que asistió a la ceremonia. Vestido con su uniforme verde olivo y desarmado, Ibo, como le decían sus amigos salió del cuartel en los alrededores de La Habana entre la noche del miércoles y la madrugada del jueves para tomar un ómnibus, llegar a su casa, cambiarse de ropa y regresar a una guardia.

Sin embargo, dos conscriptos armados, fugados el fin de semana asaltaron el transporte y lo desviaron hasta el aeropuerto capitalino José Martí, rompieron un portón y se dirigieron hacia una aeronave vacía con la intención de salir ilegalmente a Estados Unidos.

   Según reportaron los oficiales, había ocho personas en el interior del autobús que fueron trepados al avión, pero el teniente coronel se enfrentó a los asaltantes para tratar de frustrar su intento.

   El perdió la vida y uno de sus atacantes resultó herido.

   Nacido el 6 de abril de 1966 en la provincia de Granma, Acuña descendía de una familia humilde del oriente del país, con un bisabuelo independentista y un padre revolucionario, con su esfuerzo llegó a graduarse de ingeniero en comunicaciones.

   «Fue el que más alegría les trajo a mis padres’’, expresó su hermano, al recordar las fiestas familiares pasadas en común. «Un ser profundo’’, agregó sacudiendo la cabeza acongojado.

   Pese a su dolor por la pérdida, este hombre tiene un mensaje para los conscriptos que ultimaron al militar.

   «Cualquier joven en cualquier rincón tiene una patria y el deber de contribuir a la sociedad. Tenemos que concientizar de eso en nuestros jóvenes para que apuesten por el proyecto nuestro y para que no vayan detrás de los cantos consumistas’’, reflexionó Acuña.

   Según la información proporcionada por un tercer conscripto fugado, pero que fue detenido antes de que los otros dos intentaran el desvío del avión, la intención del trío era salir del país, aparentemente a Estados Unidos donde los cubanos obtienen privilegios de residencia.

   En cuanto al futuro Acuña tampoco alberga dudas: «mi padre me dijo que nosotros queremos justicia (con los reclutas) no venganza… el juicio dirá la última palabra. ¨Porqué hicieron esta acción tan descabellada?’’.

   Desde la salida del velatorio, a donde el ministro de las Fuerzas Armadas y presidente interino Raúl Castro mandó una corona, hasta el cementerio, los vecinos pinareños salieron a despedir el cortejo desafiando el inclemente sol tropical.

   Una vez en el campo santo el féretro fue recibido por una banda militar y columnas de soldados lo acompañaron junto a los sollozantes familiares, entre los que se distinguía a su padre.

   «Quienes tuvimos el privilegio de conocerlo somos testigos de su calidad humana’’, expresó el coronel Eusebio Cordero Sierra.

   «No vaciló un sólo instante en enfrentar este acto vandálico, criminal’’, señaló. Dijo que los reclutas fueron estimulados por la norteamericana Ley de Ajuste Cubano.

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