Decenas de policías llenaron la funeraria y el cementerio de El Ingenio, en Santiago, donde fue sepultado José Miguel Rodríguez, alias Job, quien murió en un supuesto intercambio de disparos en una celda de la cárcel de Monte Plata.
En la funeraria Savica, del Ensanche Caonabo, a decenas de agentes de las fuerzas especiales de la Policía se les vio merodear el velatorio. La vigilancia estaba instalada en cada esquina, y escoltaron el carro fúnebre hasta el Cementerio Cristo Vivo del sector El Ingenio.
El mensaje dirigido a los compañeros de celda del interno, a quien se le vinculó con la muerte del periodista Blas Olivo, bajo el alegato de que dirigió la banda que le dio muerte, fue la primera declaración del padre de José Miguel Rodríguez Almonte, alias Job, antes de que estallara su incredulidad.
«Fue el primero de los errores cometidos por los agentes que le dieron muerte a Job, colocar el arma en su mano izquierda, cuando era diestro», dice el padre.
Además la celda del interno siempre tuvo seguridad reforzada, ¿cómo entró el arma allí?, se pregunta.
Más de 10 patrullas policiales custodiaban el sepelio. A la salida, con armas manipuladas en mano, fallaba la búsqueda de sospechosos, al parecer ligados al convicto.
Alias Job, cumplía condena de 30 años de cárcel por varios asesinatos.