Un apreciado amigo compartió con nosotros un conjunto de pronósticos asociados al rapidísimo e increíble desarrollo de tecnologías que han cambiado al mundo en nuestras narices, dándonos cuenta al encontrarnos con sus consecuencias. Por ejemplo se destacan informaciones como la bancarrota de Kodak, con la pérdida de unos 170,000 empleos, porque de 1998 al 2001 el mundo dejó de tomar fotos en papel; que Uber es una poderosa compañía mundial de taxis controlada a través de un “software” que no es propietaria de ningún carro; Airbnb es la mayor compañía hotelera del mundo y no posee ninguna propiedad; en 2018 aparecerá para el público el primer carro sin conductor y alrededor del 2020, con tu celular, harás que un carro sin chofer te pase a buscar para llevarte donde le digas; para el 2030, tan sólo dentro de 14 años, las computadoras serán más inteligentes que los humanos; la energía solar reducirá su costo y alrededor del 2025 nadie usará fósil o carbón para obtener energía.
Todo esto tendrá repercusiones, porque, con los ejemplos de Kodak y la industria automotriz de base, se pronostica que en unos 20 años desaparecerá el 70 a 80% de los empleos en todo el mundo, sin saberse si el número de nuevos puestos de trabajo compensará lo perdido. Pero la pregunta básica ante el desarrollo de la “inteligencia artificial” es si el ser humano adecuará su pensamiento y terminará por sepultarse a sí mismo, dejando el mundo en manos de las máquinas, que serán sin ser, que existirán sin vivir y padecerán sin sufrir, porque no habrá Dios que les haga brotar auténticas lágrimas.