LEONORA RAMÍREZ S.
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“Mi última energía es para respirar el aire dominicano”. Esa frase lapidaria recoge el último deseo de doña Lucy de Silfa, una luchadora antitrujillista que murió la noche del pasado miércoles tras padecer un cáncer pulmonar.

A los 82 años, la que fuera esposa de Nicolás Silfa, uno de los tres fundadores del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), le dijo adiós a una vida en la que acumuló prestigio y respeto por sus posiciones críticas.

Murió como los de su estirpe, sin riquezas materiales, de hecho, personas e instituciones colaboraron económicamente para trasladarla al país, desde Nueva York, en un avión ambulancia que la dejó donde quería que reposaran sus huesos.

Desde ayer en la tarde sus restos son velados en la Funeraria Blandino, de la avenida Abraham Lincoln, y hoy a las 11:00 de la mañana serán sepultados en el cementerio Cristo Redentor.

Sobre su origen. 

Doña Lucy nació en Santiago en 1927. Las precarias condiciones de su familia no le auguraban un gran desarrollo, por lo que su madre decidió que una hermana suya con mejor situación se encargara de su crianza.

El esposo de su tía era gerente del National City Bank, en Puerto Plata, donde vivió unos años, y luego pasó a Santiago pues allí lo trasladaron.

En 1944 se graduó de bachiller en el Instituto Salomé Ureña, en Santo Domingo, donde  crecieron los sentimientos antitrujillistas que habían nacido en Puerto Plata y Santiago, por el asesinato de personas conocidas.

Un año después su familia se trasladó a Nueva York, y allí se integró a los movimientos que cuestionaban la dictadura.

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La resistencia

En el exilio

En Nueva York se unió a los grupos de resistencia antitrujillista, pero siempre mantuvo niveles de criticidad en ese proceso “la jerarquía máxima del PRD estaba en La Habana, Cuba, se vivía en constante comunicación, pero había problemas”, refirió en una entrevista publicada en HOY en 1997.

De su matrimonio

Le sobrevive su hijo Nicolás Silfa.