Ser hombres y mujeres “de verdad”, un duro reto para los jóvenes

Ser hombres y mujeres “de verdad”, un duro reto para los jóvenes

Lisboa. Los chicos ocultan su gusto por ciertas áreas artísticas y las chicas fingen ser menos inteligentes para poder ser considerados hombres y mujeres “de verdad” y evitar así las burlas de sus compañeros de clase, según revela un estudio sociológico pionero en Portugal y premiado en Estados Unidos.

“La infancia y la juventud son fases de la vida muy importantes desde el punto de vista del desarrollo de la identidad de género y de las ideas sobre lo que un hombre y una mujer de verdad deben hacer”, relata a Efe la autora de la investigación, Maria do Mar Pereira, socióloga y profesora en la Universidad británica de Warwick.

Para llegar a esta conclusión, la investigadora regresó a las aulas y pasó a formar parte de la vida diaria de una pandilla de alumnos de entre 13 y 14 años, lo que le permitió desvelar muchos de los secretos que los jóvenes de esa edad ocultan a padres y profesores y son claves en el desarrollo de su personalidad.

“Era urgente en Portugal hacer este tipo de investigación en la vida de los jóvenes para comprender esos procesos”, según Pereira, quien tuvo que dedicar un tiempo a ganarse la confianza de los jóvenes e integrarse en su rutina. Aunque el estudio ha sido realizado en Portugal, la autora asegura que sus conclusiones son universales y, por ello, ha sido reconocido a nivel internacional.

Entre las revelaciones que más sorprendieron a Pereira está “el nivel del efecto negativo” en la calidad de vida de los estudiantes y la gran “pérdida de potencial intelectual” resultantes de la presión que sufren para ajustarse al comportamiento considerado el más adecuado para su género.

Se pierde talento cuando, por ejemplo, las chicas fingen ser más tontas porque creen que a los hombres no les gustan las mujeres demasiado inteligentes y cuando los chicos esconden su gusto por las actividades artísticas por temor a ser objeto de bromas entre sus amigos.

“Todos los chicos y chicas hablan de las sensaciones de exclusión, desintegración, falta de autoestima, miedo y desánimo que sienten a diario en la escuela” como resultado de los esfuerzos que hacen para adaptarse a las normas de género, explica la socióloga.

Las consecuencias negativas se extienden a la vida adulta porque, añade, este tipo de situaciones se dan en una edad clave para la formación de la identidad.

“Los hombres adultos muchas veces tienen dificultad para expresar sus emociones porque desde pequeños fueron presionados para no hacerlo” y para esconder cualquier tipo de debilidad, relata Pereira, quien añade que eso hace que luego sea más difícil diagnosticar depresiones u otros problemas en el sexo masculino.

En el caso de las mujeres, la inseguridad, la baja autoestima y los desequilibrios alimentarios es lo que más les afecta porque “tienen una mayor dificultad en reconocer su valor y ponerlo de manifiesto de forma pública». Eso las lleva, por ejemplo, a aceptar salarios más bajos que los hombres por el mismo puesto de trabajo o a no solicitar ascensos.

En términos generales, el estudio de esta socióloga lusa, recogido en su libro “Haciendo género en el recreo”, refuerza la idea de que chicos y chicas no son tan diferentes. “Tienen gustos, ansiedades y necesidades muy semejantes pero pasan casi todo su tiempo a modificar su comportamiento para ocultar algunas de esas semejanzas”, insiste la socióloga.

Hasta el punto de que comportamientos idénticos son descritos de forma diferente por chicos y chicas para marcar una separación. Es lo que ocurre al hablar de la vida de los demás. Si lo hacen ellos es “curiosidad sana” pero si son ellas es “cotilleo».

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