Buenos Aires. Cada año, unas 90.000 adolescentes tienen un hijo en Argentina y 7 de cada 10 no habían deseado ese embarazo.
Un drama en un país con el 40,9 % de su población en la pobreza, con fuertes desigualdades en el acceso a la información sexual y que mira con expectación la ley del aborto recién aprobada.
“Cuando quedé embarazada no estaba entendiendo lo que me pasaba. Estaba con síntomas, pero yo no lo sabía en ese momento, y lo primero que atiné fue a ‘googlear’ y resulta que era un embarazo”, narra a Efe Marcela, una joven de 21 años que hace tres quedó embarazada de su hijo Máximo y su vida cambió para siempre.
Tras esa primera averiguación, un test de la farmacia confirmó la sospecha- “quedé bastante congelada cuando vi que daba positivo. Fue un poco traumático, ¿viste?”, relata. Un shock como el de tantas otras chicas que, cada una con sus circunstancias, a menudo complicadas, se han encontrado de repente con una situación que no buscaban.
Según estimaciones oficiales, en Argentina el 70 % de los embarazos adolescentes no son intencionales- ocurrieron durante una relación sexual sin protección o por imposición.
Y un informe de Amnistía Internacional advierte que cada 4 horas hay un parto de niñas menores de 15 años en el país austral. “La proporción de embarazos forzados por el lado del abuso o relaciones de dominación o asimetrías de poder aumenta mucho a medida que baja la edad de la adolescente. No es la mayor parte, pero es un número muy significativo”, explica Fernando Zingman , especialista del área de Salud de Unicef Argentina.