Ser o no ser fallido

Ser o no ser fallido

JOSÉ B. GAUTIER
Recientemente el primer ministro inglés, señor Tony Blair, ante los actos de violencia y destrucción con bombas que ocurrieron semanas atrás en los subterráneos de Londres causando la muerte y heridas a muchos pasajeros, aparentemente como un acto de extensión a territorio europeo de la guerra que libran los ingleses y los norteamericanos en suelo de Irak y Afganistán en contra del etéreo fantasma del “terrorismo”, planteó, ente otras cosas, en el Parlamento Británico lo siguiente: “Creo que cualquier ciudadano extranjero que fomente el odio y la violencia debe salir del país”.

¿No es acaso, en esta actitud gubernamental serena donde reside la diferencia entre un Estado no fallido y otro “mamita”, en vías de extinción? “E’ pa’ fuera que van” los extranjeros que fomentan la disidencia entre sus nacionales. Después se averigua en la Corte Internacional de Derechos Humanos si hubo razón para tomar la mediada. ¿Cual pesa más, defender la integridad nacional o expulsar a sus enemigos? Mientras el hacha va y viene, la operación limpieza es un hecho consumado. Creemos que el pueblo dominicano, sus autoridades gubernamentales electas democráticamente dentro de un Estado de derecho deben expulsar del territorio nacional a todos los sacerdotes extranjeros de la Iglesia Católica o de denominación cristiana, llámase Iglesia Evangélica, Anglicana, Metodista, Adventista, Bautista o como sea, que propicien el odio y la violencia en contra de la nacionalidad dominicana y sus instituciones. Inclusive cerrar esas iglesias donde se patrocine esa actitud anti nacional y regresiva al colonialismo. Estos extranjeros “no son santos”, han traicionado la hospitalidad dominicana. Sus leyes. (Entre las medidas propuestas por el señor Blair esta el cerrar todas las mezquitas musulmanas en Inglaterra). No se puede dejar ese cáncer corroyendo el cuerpo social dominicano utilizando la religión como cebo.

A veces, el no conocer el pasado es proyectar la tragedia para el futuro. Ni la Independencia del 1844 ni la Restauración de 1865 fueron regalos de Dios. Ambos hitos históricos se obtuvieron a sangre y fuego con el sacrificio de miles de patriotas.

Ahora, por acciones de alta traición, los dominicanos debemos evitar que se repita otro Corte o matanza de haitianos en territorio dominicano como ocurrió en el año de 1937. En ese momento, más por idolatría que por ceguera, al dictador Rafael Trujillo no se le dio la oportunidad de exponer ante la opinión pública mundial y organismos internacionales el drama de la migración ilegal haitiana el territorio dominicano recién establecido sobre el terreno por un Acuerdo de Límites, firmado en 1929, y modificado en 1936, mediante un Protocolo de Revisión, entre las dos naciones. El dictador utilizó para defender la soberanía territorial dominicana lo que estaba en uso entonces: la fuerza. El troglodismo era la usanza. El mundo estaba convulsionado. Pronto sería testigo de atrocidades terribles. Japón y China luchaban. España en guerra civil, matanzas entre hermanos. La Guernica se repetía por doquier para dar paso a los campos de exterminio. La revolución comunista era un hecho en la Unión Soviética. También se internacionalizaba. Fusilamientos. Purgas. Siberia. Los Galups. La Segunda Guerra Mundial era evidente. Inglaterra, Francia, Bélgica, Portugal defendían sus colonias en Asia y Africa. América entera era botín de Estados Unidos. Alemania reclamaba territorios y derechos. Italia quería expandirse por Africa. La Sociedad de Naciones en Ginebra agonizaba. Para los dominicanos de ese momento, el eje político estaba radicado en Washington. Recién habían los norteamericanos desocupado militarmente a la República Dominicana y a la República de Haití.

¿Va la República Dominicana, su pueblo, su gobierno democrático y constitucional a desperdiciar en estos momentos la oportunidad de llevar el caso del terrorismo migratorio haitiano en territorio dominicano al seno de las Naciones Unidas para que el mismo sea conocido a nivel global y resuelto por esa entidad internacional por medios pacíficos y civilizados o chocaremos, nueva vez, con la piedra del año de 1937?

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