Ser o no ser (famoso)

Ser o no ser (famoso)

POR MARIVELL CONTRERAS
La excelente frase de William Shakespeare que ha traspasado los siglos To be or no to be nunca ha sido tan oportuna como en este momento de la humanidad. El ser o no ser ahora no es el simple problema interno de la angustia que provocan las incógnitas de nuestra presencia en la tierra ni el papel que en ella debemos jugar.

El ser es ahora un ente que no depende de la percepción individual interna de una persona sino de la percepción que tenga el colectivo sobre la misma.

En tanto que ser, existir y estar son verbos que se conjugan en toda su plenitud cuando esta cualidad inherente a la propia naturaleza de las cosas deja de serlo para ser y estar solo si se es o se está en los medios de comunicación.

La fama, tanto por el talento como por la osadía, es la gran pandemia de este siglo. Es como si los seres humanos nacieran ahora con una cajita interna que predeterminara desde sus genes la necesidad de ser –aparecer en la TV, que todos le conozcan y que todos le quieran–.

En la mayoría de las entrevistas que se hacen o se leen en los medios de comunicación el arte ¿o el artitismo? Tiene un solo fin: «que la gente me quiera».

Todos nos sentimos importantes para servir de vehículo entre las cosas de Dios, o la moda, o los sentimientos, o los deseos, de los demás. Estamos convencidos ya de que tenía razón Mac Lujan cuando predijo que «el medio es el mensaje».

En fin que todos, nos sentimos elegidos, especiales y preferidos del público que nos ve, nos oye, nos lee y nos compra.

Nos hemos convertido en mercancía y no siempre de utilidad o de servicio, porque pensamos que con nuestra propia imagen basta. Que basta nuestra voz aunque no exista una vasta preparación ni una idea del papel que jugamos en el proceso de crecimiento de todos los que conformamos nuestra sociedad.

Somos las perfectas víctimas del reality show, el que se ve, el que se protagoniza y hasta del que se critica.

Ahora, para ser, supuestamente hay que ser famoso, conocido y querido por todos los demás.

¿A dónde han ido a parar las palabras del poeta Héctor J. Díaz?

«Que nadie me conozca y que nadie me quiera…»

En fin versos de un poeta de otra época, una época en que la fama no era un artículo de primerísima necesidad.

www.marivellcontreras.com

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