Ser pasivo-agresivo en tu trabajo

Ser pasivo-agresivo en tu trabajo

Muchas veces nos podemos encontrar personas con comportamiento pasivo-agresivo tanto en la familia, el trabajo, el vecindario, como en el grupo de amigos, o incluso nuestra pareja. Este subtipo de comportamiento tóxico se puede encontrar en cualquier entorno.

Nos referimos a esa agresión no evidente y sutil, disimulada tras otros comportamientos como protección, halago, despiste, espontaneidad, doble mensaje, ambigüedad… Para los directivos que tratan con personas que muestran comportamiento pasivo-agresivo, el trabajo se vuelve frustrante, porque es muy posible que una persona con estas características no se lleve bien con sus colegas y acabe por romper la atmósfera de unión y el espíritu de grupo. Lo que resulta peor es que esta conducta puede tener un efecto significativo en el equilibrio de la compañía, disminuyendo la eficiencia y afectando la producción.

Las personas patológicamente pasivo-agresivas tienden a utilizar su comportamiento como instrumento para sobrevivir, relacionarse e interactuar con el resto de las personas.

Expertos de la materia creen que este comportamiento en su forma más extrema, cuando se vuelve patológico, proviene del dolor generado durante la infancia, cuando una persona fue ridiculizada o alguien negó sus sentimientos; y si estos sentimientos se suprimen durante años, esa ira se manifiesta eventualmente de forma que no es constructiva, ya que desarrollan un instinto de supervivencia. La persona pasiva-agresiva luchará contra la opresión, sea real o solo percibida.

En el trabajo, poner trabas a un proyecto a través del tratamiento silencioso o una limitada comunicación se convierte en un mecanismo para salir adelante.

Las personas que muestran un comportamiento pasivo-agresivo no siempre tienen un trastorno de la personalidad, sin embargo, lidiar con ello puede llegar a ser bastante frustrante, porque más que dejarse arrastrar por la típica reacción ante esta actitud pasivo-agresiva, hay que responderles con amabilidad, e incluso llegar a utilizar el humor y la charla sobre cosas sin importancia para voltear la tortilla.

También se recomienda usar respuestas ingeniosas, manteniéndose firme, y permaneciendo alejado de las personas pasivo-agresivas si nada resulta. Pero en el ámbito laboral, es recomendable documentar el comportamiento para efectos de la gerencia y de recursos humanos, incluyendo guardar emails que sirvan de evidencia.

En el fondo, el comportamiento pasivo-agresivo está arraigado a un sentimiento de impotencia, por lo que suelen dedicarse a “tomar rehenes”, utilizando su poder o su posición en una organización para llevar a cabo su voluntad.

Incluso, puede ser que estas personas amenacen con abandonar la empresa o empezar una sutil huelga personal para bloquear o obstruir, si otros no cooperan con su forma de trabajar. Las personas pasivo-agresivas pueden convertirse en una fuente de enorme obstrucción si se las deja a sus anchas.

Estas son de las personas que a la hora de ser evaluadas, se apresuran a negarlo todo, afirmando con seguridad que las quejas no son verdad, pero muchas veces resulta que tuvieron un padre sumamente crítico y por eso aprendieron a ser vil con el resto de las personas, para impedir que su padre le hiciera sentir mal, por ejemplo.

Para ponerle un PARE a esta situación, es preciso señalarle directamente sus comportamientos de naturaleza pasivo-agresiva, así como cualquier aspecto que resulte de esto, pero concentrado sólo en demostrarle y en corregir comportamientos específicos dentro del trabajo y no rasgos de personalidad, fijando metas claras y estableciendo penalidades en caso de incumplimiento.

 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas