¿Será esta vez la vencida?

¿Será esta vez la vencida?

La falsificación de medicamentos y su venta descarada al público es un problema tan añejo como la promesa de las autoridades de combatir este negocio ilícito. Delito y autoridad han coexistido en un ambiente del que es muy difícil excluir la complicidad.  Como en el narcotráfico, en el comercio de medicinas falsas se mueven mundialmente cantidades astronómicas de dinero y se causan daños  incalculables a la salud de millones de personas, pero combatirlo no parece prioritario para las autoridades, al menos para las locales. La más firme voluntad política se “friza” cuando de combatir esta actividad se trata. Parecen muy temidas las influencias que tiene la  gente que vive de vender muerte.

Aquí las autoridades han descubierto muchos laboratorios y grandes depósitos de medicinas adulteradas o falsificadas, pero no se tiene noticia de que alguien esté en prisión purgando penas por esta práctica criminal, que además de atentar contra la vida de los enfermos que las adquieren, perjudica grandemente los intereses de negocios lícitos del ramo. ¿Qué, si no la complicidad por comisión y por omisión, puede garantizar tanta impunidad en torno a un negocio ilícito que se practica tan a las claras? El más reciente compromiso de combatir la comercialización de medicinas ilegales lo hemos escuchado de nuestro  ministro de Salud Pública, Freddy Hidalgo. ¿Será esta vez?

OBAMA, CUATRO AÑOS DESPUÉS

En el año 2009, Barack Obama se convirtió en el primer presidente en ejercicio de los Estados Unidos en ser galardonado con el Premio Nobel  de la Paz. Se le adjudicó por  sus llamados a reducir el inventario internacional de armas nucleares, a trabajar por la paz mundial y por promover la retirada de las tropas estadounidenses en Irak. Jimmy Carter ya había abandonado la presidencia cuando le fue otorgado ese premio en el año 2002.

Cuatro años después, Obama se transforma en el promotor cuasi solitario de un ataque contra Siria en represalia por el exterminio de cientos de adultos y niños, atribuido al Gobierno de ese país. Aunque Estados Unidos  alega que fue  por medio de armas químicas, la ONU no ha certificado que fuera así. Que Estados Unidos convoque a la guerra no es extraño, pero ¿hay precedentes de que un Premio Nobel de la Paz sea quien toque los tambores de guerra?

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