¿Será suficiente la salida propuesta para Haití?

¿Será suficiente la salida propuesta para Haití?

El cambio en Haití será verdadero cuando sea atractivo para las inversiones.

La solución haitiana requiere de un vasto plan de apoyo financiero, combinado con un un acompañamiento político y técnico por un largo período

Haciendo abstracción de los escándalos que terminaron rodeando su vida personal, Dominique Strauss-Kahn debe estar muy atento, desde el lugar frío y oscuro en que se encuentra, para ver si lo que se está proponiendo ahora como salida a la crisis de Haití tiene el alcance de lo que él sugirió desde el FMI y avalado por sus competencias el 20 de enero de 2010, días después del gran terremoto que devastó al país más pobre de América Latina.

La situación de entonces no es muy diferente a la de hoy, por lo que podría afirmarse que lo propuesto por el fenecido DSK sigue siendo válido: lo de que Haití necesita una especie de «Plan Marshall», aplicado por EE.UU. para la recuperación de Europa tras la Segunda Guerra Mundial, o escrito sin la etiqueta: requiere de la comunidad internacional de un apoyo financiero grande y sostenido, no “de manera poco sistemática” como se ha hecho hasta ahora.

Pero el apoyo no debe ser solo financiero, debe ser completado con un acompañamiento político y técnico al más alto nivel durante un período no menor de 20 años, para que se puedan hacer las reformas sociales, económicas e instituciones, ajustadas a la realidad haitiana, que aseguren a ese país una transición que lo conduzca a la viabilidad como sociedad.

Todo aporte para que Haití salga de la crisis actual debe ser bienvenido. Debe ser bien recibido, por lo que se debe apostar al éxito del acuerdo entre el Caricom y Haití, con la participación activa de los Estados Unidos, para establecer en el vecino país un consejo presidencial que llevará a la celebración de elecciones y al despliegue de la misión multinacional liderada por Kenia.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, ha anunciado que su país ha aumentado de 100 millones de dólares a 300 millones de dólares la ayuda para la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití, y Canadá había prometido 91 millones de dólares para los mismos fines.

También se ha revelado que el Gobierno estadounidense trabaja en un fondo fiduciario de donantes múltiples de las Naciones Unidas para la misión multinacional de Haití, cuyos detalles todavía se están perfeccionando.

La pregunta es si lo que se busca es hacer viable una transición gubernamental con un mínimo de seguridad o si lo que se busca es un cambio duradero que haga de Haití un país estable, con instituciones fuertes.

El alcance de lo planteado hasta ahora solo podría dar para lo primero. Lo segundo requiere de un basto plan de apoyo financiero, combinado con un acompañamiento político y técnico por el tiempo que sea necesario, para asegurar la transición de un Estado caótico, que algunos definen como “fallido”, a uno que dote a Haití de la institucionalidad que hace falta para que ese país se convierta en un lugar atractivo para las inversiones y, consecuentemente, para la generación de empleos, donde haya reglas de juego claras para la convivencia civilizada.

Sin un cambio así, que permita a Haití aumentar significativamente sus niveles de ahorro y de inversión, tanto en el sector público como en el privado, no hay solución duradera a la crisis haitiana.

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