Serbia acogía el sábado los funerales por algunas de las víctimas de dos tiroteos masivos registrados en el lapso de dos días esta semana y que dejaron 17 fallecidos y 21 heridos, muchos de ellos menores.
Las balaceras del miércoles en una escuela de Belgrado y del jueves en una zona rural al sur de la capital han dejado al país sumido en el dolor y la incredulidad.
Aunque Serbia está repleta de armas de fuego y no es ajena a las situaciones de crisis luego de las guerras que vivió en la década de 1990, el tiroteo del miércoles fue el primero en la historia moderna del país en una escuela. Hasta entonces, su última masacre había sido en 2013, cuando un veterano de guerra mató a 13 personas.
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El tirador del miércoles era un chico de 13 años que disparó contra sus compañeros y mató a siete niñas, a un niño y a un guarda de seguridad. Un día después, un hombre de 20 años asesinó a ocho personas al azar en dos localidades del centro del país.
El ministro indicó que las dos pistolas que usó el presunto agresor tenían licencia y se cree que eran propiedad del padre del menor, que ha sido también arrestado.
“El padre afirma que tenía más de una pistola y que las mantenía bajo llave”, explicó el ministro, quien añadió que parece que el adolescente se las arregló para hacerse con las dos armas y con tres cargadores con quince balas cada uno, señala la emisora N1.
Mientras el país se esfuerza por asimilar lo ocurrido, las autoridades prometieron medidas contra las armas así como el aumento de la seguridad en las escuelas. Miles de personas encendieron velas y depositaron flores cerca de la escuela de Belgrado en una muestra de duelo y solidaridad.
El motivo de ambos ataques sigue sin estar claro.