Sermón de las siete palabras

Sermón de las siete palabras

Los oradores sagrados de la Iglesia Católica reiteraron, sin sorpresa, desde sus púlpitos de Viernes Santos, su rotunda oposición a excepciones a las prácticas de abortos en contradicción con quienes desde la colectividad sustentan que el pleno respeto a la vida debe incluir el derecho de las embazadas a escapar de la muerte y de daños a su dignidad y a su futura existencia, que podría quedar emocionalmente dañada con severidad por el resto de sus días por una procreación brutalmente contraría a su voluntad.

Una posición de principio colocada sin resquicio contra seres femeninos a los que en casi todo el orbe les reconocen derechos sobre sus cuerpos en virtud de leyes separadas objetivamente de dogmas en virtud de que la sociedad humana es un mosaico de convicciones. Fuera de esta conflictividad que divide profundamente a los dominicanos, en la que finalmente debe pesar más el criterio de la mayoría directamente expresada en urnas o a través de sus representaciones congresuales, el Sermón de las Siete Palabras fue justo en reprobar la corrupción administrativa, la mala calidad de los servicios públicos con mención directa del funcionamientos de oficinas públicas, hospitales, escuelas y el transporte.

Resueltamente, las sacerdotes del tradicional mensaje de la Pasión, censuraron la destrucción de recursos naturales en base a intereses ambiciosos y no escapó a su atención la inequidad de las pensiones «más altas de los debido», en perjuicio del empleado normal que recibe un auxilio miserable. Fue, en suma, una condena a la corrupción, la desigualdad social y el egoísmo que alejan al país de ser un paraíso a pesar de tener recursos para serlo.

No faltó solidaridad para quienes, directa o indirectamente, están tocados por la enfermedad Covid-19. La referencia a la inmoralidad en el seno de la prensa dominicana y su supuesto contenido de extorsionadores, resaltando a las redes sociales como vehículos que dañan reputaciones por dinero, ha sido tomada como ofensiva en su imprecisa formulación que habla de pecados pero no de pecadores, y que podría impactar a la opinión pública sin establecer diferencias, una homogeneidad del mal a la que no tendrían derechos quienes interpreten de esa forma las palabras de los predicadores. La hoja de servicio de la prensa nacional, a partir de ejercicios responsables de sus más representativos integrantes al informar, opinar y orientar, da cuenta de los frutos de una permanente defensa post tiranía de los mejores intereses del pueblo dominicano, de sus instituciones y de sus legítimos patrimonios, morales y materiales.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas