Serrat, Sabina y el diputado: “Algo personal” (a tres voces)

Serrat, Sabina y el diputado:  “Algo personal” (a tres voces)

Rafael Acevedo

Habiendo estudiado y enseñado sociología en varias universidades, creí que entre los fenómenos sociales y yo había, desde hace tiempo, un amortiguador de objetividad ético-metodológica que me permitía ver los acontecimientos de nuestra sociedad y el mundo, digamos, con una distancia emocional más o menos saludable. Hasta que un distinguido periodista me mostró la fotocopia del depósito bancario de El Diputado, por casi tres mil millones de pesos. Desde entonces, cada vez que me acuerdo de la suma se me hace difícil no enojarme.
Cualquier dominicano está acostumbrado a los escándalos de corrupción, y muchos parecen conformarse con vociferar en grupos de iguales, proferir groserías surtidas, y los menos se envían mensajes por redes como si con eso se vengaran de los truhanes. Hay casos aparte de comunicadores serios (que los hay) y algunos políticos que denuncian esas fechorías.
El caso es que los RD$ 2,858, 517,067.00, en depósito de un banco local, me han estado molestando más allá de lo acostumbrado. Así, inicié mi introspección para determinar por qué tanto me molesta. Uno piensa que otros tipos se jactan de tener sumas mayores, fortunas dolarizadas de funcionarios de diferentes gobiernos. Pero ocurre que uno puede imaginarse cómo las han adquirido: porque estando al frente de organismos del Estado han realizado contrataciones de diversas índoles a las que les aplican porcentaje y regla de tres, y así se entiende cómo el pícaro se ha salido con la suya. Y uno hasta podría consolarse pensando que esos dineros en parte son del Partido, o para la Campaña, y hasta para si tuviesen que salir para el exilio o cosas así.
Pero en el caso del diputado, uno se siente defraudado de su propia ingenuidad; desairado de la escasa inteligencia delictiva que uno tiene. Porque una cosa es que le roben a uno y otra es que uno ni siquiera se dé cuenta. Cualquier señora que ha sido asaltada en la calle al menos pasa unos días siendo celebridad, sale en el periódico, televisión y Youtube; contando cómo se defendió, que no se dejó robar el anillo de bodas que tanto estima, y en medio de su estropicio celebra que se asustó poco, y que el tipo no cogió golpe porque se dio a la huida.
También uno conoce gentes que se conforman con que en Haití y hasta en Venezuela las cosas están peores; o les basta con que Las Águilas o el Licey pierdan.
En el caso del diputado uno se siente torpe examinando su carrera ocupacional y no pudiendo atisbar mínimamente, cómo hizo éste para acumular fortuna tal, donde tantos trabajamos de por vida sin poder siquiera concebir la fabulosa suma.
Esto me ha estado molestando personalmente. Recuerdo la canción de Serrat, que canta con Sabina: “Hombres de paja que usan (…) el honor para ocultar oscuras intenciones: tienen doble vida, son sicarios del mal. Entre esos tipos y yo hay algo personal”.
Seguramente ya sea hora de que los dominicanos tomemos estas cosas de manera personal.

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