Aunque, como ustedes, mis siempre fieles lectores, han podido apreciar, en mis artículos me concentro en temas profesionales y no políticos; y no porque no me interesen los mismos porque, como todos sabemos, el hombre es un ser esencialmente político.

 Sin embargo, hoy rompo la línea y no porque, en verdad, pretenda abordar el tema desde su arista política, sino por lo que personalmente representan para mí los vínculos afectivos que por más de 20 años me unen a los Serulle y en especial al Dr. Gilberto Serulle Ramia, flamante nuevo alcalde electo de Santiago de los Caballeros. Creo, sinceramente, que se cometieron serios errores en el tratamiento que se dio al Dr. Serulle en sus aspiraciones a ser el candidato por el partido que había abrazado durante decenios, a pesar de su juventud.

Se ignoró la ascendencia popular y política que ha sabido forjar en una ciudad que ha sido testigo de su dedicación y entrega.

Por años presencié cómo desde su clínica realizaba un trabajo comunitario que no es frecuente.

Atención médica gratuita, incluyendo internamiento y medicamentos y todo ello en momentos bien anteriores a que se decidiera a aspirar a la alcaldía. El pueblo no olvida esos gestos.

Defenestrarlo del partido bajo el epíteto ignominioso de «deshonrosamente»  fue un intento de humillación equívoco.

Además de todo lo que se pueda aducir, y que son varias cosas, porque el pueblo dominicano se solidariza con quienes son objeto de ese tratamiento.

El Dr. Serulle se desempeñó con gran pulcritud durante dos mandatos congresionales, llegando a presidir la Comisión de Salud y organizando una reunión internacional parlamentaria para promover la condonación de deuda por alimentación.

No importa cual partido haya sido beneficiado con el arrastre de popularidad de Serulle, porque lo cierto es que no tengo dudas de que la ciudad de Santiago salió gananciosa. Estoy seguro de su éxito.