Sesenta años después de Hiroshima,
el apocalipsis nuclear amenaza al mundo

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Por Shaun Tandon
TOKIO, Ago 4 (AFP) – Hace sesenta años el mundo descubría el apocalipsis nuclear en Hiroshima y Nagasaki, que fueron los primeros y únicos blancos de la bomba atómica, pero la amenaza persiste.

   Capital mundial del pacifismo, la ciudad de Hiroshima (sur de Japón) conmemorará este sábado el día que marcó la entrada de nuestro planeta en la era nuclear. Otras ceremonias tendrán lugar tres días más tarde en Nagasaki (sur).

   El 6 de agosto de 1945, exactamente a las ocho y cuarto, a una hora de gran afluencia, el bombardero norteamericano B29 «Enola Gay», arrojó la Bomba A contra Hiroshima, en ese ciudad de guarnición y puerto militar. La bomba estalló a unos 600 metros de altitud y arrasó instantáneamente con el centro de la ciudad.

   Unas 140.000 personas -cerca de la mitad de la población de la ciudad en 1945- fallecieron en el momento de la explosión o a lo largo de los meses siguientes como consecuencia de las radiaciones o quemaduras extremas.

   El 9 de agosto, 74.000 personas perecieron en el segundo bombardeo atómico sobre Nagasaki.

   Los «hibakushas» (supervivientes irradiados), cada vez más ancianos, y los políticos volverán a hablar de deseos de paz en las conmemoraciones, pero las armas nucleares siguen siendo una amenaza para la seguridad internacional, como lo demuestran las crisis norcoreana e iraní.

   En febrero pasado, Corea del Norte, país vecino de Japón, anunció desafiante que poseía el arma atómica. El desmantelamiento de su programa nuclear es actualmente en Pekín el tema de difíciles negociaciones con China, Estados Unidos, Corea del Sur, Japón y Rusia.

   En una entrevista con la AFP, el alcalde de Nagasaki, Iccho Ito, llamó a Pyongyang a dejar de lado sus ambiciones nucleares en beneficio de la región.      «Porque todo el mundo sabe bien que esas armas son demasiado peligrosas y pueden eliminar al género humano en un instante».

   Al mismo tiempo, Irán acaba de anunciar que reanuda su programa nuclear, cuestionando el acuerdo de París, conseguido con la Unión Europea después de varios meses de conversaciones en noviembre de 2004.

   Aún más preocupante para la comunidad internacional es el peligro de que se produzca un «11 de septiembre nuclear», tal como lo evocó recientemente la Agencia internacional de la energía atómica (AIEA), si el arma atómica llegase a caer en manos de terroristas.

   En febrero de 2004, uno de los creadores de la bomba atómica paquistaní, Abdul Qadeer Khan, considerado héroe nacional, reconoció haber cedido tecnología nuclear a Irán, Corea del Norte y Libia.

   «La naturaleza de la amenaza de tipo nuclear ha cambiado y el sistema que tiene la comunidad internacional para enfrentarla no está adaptado», denunció la ex embajadora Kuniko Inoguchi, que hasta el año pasado representaba a Japón en cuestiones de no proliferación nuclear.

   «La amenaza que pesa hoy sobre el mundo es más imprevisible. Tal como la guerra contra el terrorismo, se trata de un nuevo tipo de guerra, de un nuevo tipo de proliferación y de un nuevo peligro para nuestra seguridad. El problema principal es que no se sabe realmente con quien hay que negociar, y contra quien hay que luchar», destacó la embajadora.

   Hace diez años, con motivo del cincuentenario de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, los opositores al arma nuclear tenían razones para estar esperanzados.

   El desplome de la Unión soviética ponían fin definitivamente a la Guerra Fría y alejaba la posibilidad de un conflicto nuclear devastador para el planeta.

   Hoy, al menos ocho países poseen el arma nuclear: Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, China, Francia, India, Israel, Pakistán y quizás Corea del Norte. Y hay pocas esperanzas de que renuncien a ella.

   En mayo, los Estados que integran el tratado de no proliferación de las armas nucleares (TNP) no consiguieron ponerse de acuerdo sobre una revisión mayor de ese tratado, vigente desde 1970 y que aparece cada vez más obsoleto.

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