Sexo, dinero, política (II)

Sexo, dinero, política (II)

Tres elementos esenciales, inseparables de la vida humana, se han convertido en realidades ominosas, casi aplastantes. El sosiego feliz de la sexualidad satisfecha nos dejaba libres para percibir gozosamente el resto del mundo: personas, cosas, animales, músicas. Grandes artistas del lápiz y el pincel han pintado parejas desnudas durmiendo tranquilas después de “haber hecho el amor”. Sus rostros muestran placidez. Desde siempre el sexo pudo dar paso al amor. Ahora se pretende que el sexo nos lleve a las aberraciones, a la perversión de los impulsos carnales; hoy se promueve la desesperación y la angustia, de la cual sólo nos sacan las drogas narcóticas. El sexo así practicado es una “droga menor” que podría acompañarse de cocaína.

El dinero es un medio de intercambio que ha sido llamado con justicia “excremento del diablo”: por su peligrosidad sobre la conducta del necesitado, por su influencia perniciosa en los afectos de hombres y mujeres. No se sabe con exactitud qué es más malo: la escasez de medios o la sobra de ellos. El dinero “garantiza” la sobrevivencia ante la enfermedad, nos permite “solventar el costo” de los alimentos. ¿Quién puede vivir sin dinero? Los viejos socialistas de la época de Rosa Luxemburg creían que era posible “abolir el dinero”. Los sacerdotes judíos sostenían, apoyados en la tradición, que el hombre está “condenado a trabajar”.

En este caso, los “conservadores” tuvieron razón contra los “revolucionarios”. El dinero sigue “tan campante” como el whisky que todos conocemos. Tanto los líderes rusos como los chinos, desean que sus monedas tengan el lugar que ahora ocupa el dólar; quieren que rublo y yuan sean “monedas de reserva”. El dinero ha dejado de ser un medio de satisfacción de necesidades; el hombre actual padece una “obsesión crematística”. Los dirigentes de izquierda acumulan tanta riqueza como los dictadores de derecha.

El marqués de Sade ha tenido mayor influencia a través de los poetas surrealistas, que Aristóteles por medio de los frailes escolásticos. “Los crímenes del amor” ha tenido mejor suerte que la “Ética a Nicómaco”. El sexo, el dinero y la política –deformados todos–, confluyen de manera especialmente nociva en los tiempos que corren. Alimentarse es obligatorio; pero los atracones son indigestos.

 

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