Sextillizos en el séptimo grado; ya hablan de ser profesionales

Sextillizos  en el séptimo grado; ya hablan de ser profesionales

Los sextillizos dominicanos nacidos hace 12 años, cursan ya el séptimo grado, practican diversos deportes, ayudan en la cocina, colaboran con las labores domésticas en su hogar y viven rodeados del amor y cariño de la familia.
Ya no es necesario preguntar a su madre por el desarrollo que llevan, ellos mismos cuentan a los periodistas sus altas y bajas, lo mismo que sus aspiraciones profesionales, las cuales van desde ser actriz de teatro, pelotero, profesora y o desarrollador de sistema.
La familia de los sextillizos ha logrado salir hacia delante gracias a que son unidos, en la cual la pareja de esposos, dos profesionales de la química, han sabido dirimir en unidad sus diferencias. “Hemos entendido que la base que nos une es el amor, sabemos que nuestros hijos son nuestra responsabilidad”, asegura Máxima Pérez, rodeada de sus siete hijos, pues la mayor, Fiordy, de 17 años está con ellos en el hogar.
Se trata de los pequeños, Hugo Nicolás, Manuel Emilio, Emilio José, Nerey Kiara, Paola Esther y Emely Mariel, esta última sufrió lesiones cerebrales que le impiden movilidad.
Emely Mariel, la que nació con una condición especial por falta de oxígeno en el cerebro sigue despertando cada día con una sonrisa amplia que enamora a su madre Máxima Pérez y a su padre Emilio Figueroa.
Los seis primeros sextillizos dominicanos nacieron el 26 de diciembre de 2005, desde el primer día hasta la actualidad reciben atenciones de los pediatras del Hospital General de la Plaza de la Salud.
Nerey Kiara, Paola Esther, Manuel Emilio, Hugo Nicolás y Emilio José, aunque están en el mismo grado, han sido distribuidos en diferentes aulas del Colegio Iberoamericano Santo Domingo Norte.
Cada uno tiene una personalidad perfectamente definida, asegura la madre, ya comienzan a visualizarse los signos de adolescencia, se revelan y medio malcrían, pero son respetuosos y tienen buena crianza.
Los preadolescentes gustan de las matemáticas, las ciencias sociales, las artes, la pintura y el béisbol, unos son más tímidos, otros más abiertos al diálogo.
Sus padres, Máxima Pérez y Emilio Figuereo, siguen liderando una empresa de cosméticos, champú y productos de belleza para asegurar la manutención y educación de los siete hijos.
Aún reciben apoyo estatal a través del Ministerio de Salud, lo mismo que la empresa Tropigas que dona el gas que necesitan y la Plaza de la Salud que asiste a los seis adolescentes.
La familia Figuereo Pérez tiene como estandarte la solidaridad y el amor, cuando Máxima se siente arrollada de trabajo o requiere algún apoyo llama a las abuelas materna y paterna y ellas le echan una mano con los preadolescentes, cuando se ponen rebeldes.
Los Figuereo Pérez viven en El Morro, de Villa Mella, un barrio que 12 años después del nacimiento de los seis niños sigue con las mismas calles polvorientas y llenas de hoyos.

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