Desde campos psicodélicos hasta un mundo rosa y divertido, caminos llenos de agua y pueblos de montañas, este año las pasarelas de las principales capitales de la moda se convirtieron en increíbles escenarios en donde cada diseñador nos contó su visión para la próxima temporada otoño/invierno.

Mostrar las nuevas propuestas dejó de ser el único atractivo de las semanas de la moda. Los desfiles se han convertido en verdaderos espectáculos que reafirman el concepto de las colecciones y nos dejan sin aliento.

Estas pasarelas representan una muestra de cómo la alta costura es para muchos diseñadores una manera de crear mundos originales para experimentar y también una manera de decir lo que piensan sobre el mundo en que vivimos, así como ilustrar la inspiración de sus creaciones.

Por ejemplo, en Madrid la pasarela volvió a brillar con Ágatha Ruiz de la Prada, quien, una vez más, puso es escena sus icónicos estampados: corazones, flores, nubes, lunares y besos en una divertida pasarela.