Si Bellas Artes nos fuera contado…

Si Bellas Artes nos fuera contado…

Ha sido inaugurado un soberbio Palacio destinado a albergar las más elevadas manifestaciones del espíritu: El Palacio de Bellas Artes”. En estos términos, empiezan las frases dedicadas al edificio portentoso, recién construido para albergar la Dirección General de Bellas Artes, sus instituciones artísticas oficiales, e igualmente presentar espectáculos y conciertos. Era el año 1956, en las postrimerías de la dictadura trujillista.

El imponente monumento neoclásico, construcción estelar de la época, fue el hogar, aparte de la gerencia administrativa, de las grandes manifestaciones de arte hasta la edificación de la Plaza de la Cultura, de la labor diaria de las compañias artísticas hasta entrado el tercer milenio. Ahora bien, a pesar de la competencia de nuevas y flamantes edificaciones, salas e instalaciones, el Palacio de Bellas Artes continuó a desempeñar un papel importante en las artes escénicas, y la secretaría de Cultura, hoy ministerio, confirmó, en su organigrama, las responsabilidades de la Dirección General de Bellas Artes y su funcionamiento -compañías, servicios y oficinas- en el mismo palacio.

El Gobierno dominicano decidió devolver al Palacio de Bellas Artes, en franco estado de deterioro, su prestancia y adecuarlo a las necesidades del presente, empezando por la construcción de dos parqueos subterráneos. El majestuoso edificio, vetusto antes de edad, víctima de descuido cuando no de vandalización, fue restaurado completamente y remodelado, bajo la égida del arquitecto Tony Hernández Troncoso. Luego de un cierre de cuatro años, la reinauguración tuvo lugar en el 2008. Sin embargo, encuestas hechas después de la reapertura demostraron que gran parte de la población, y aun muchos estudiantes universitarios, desconocían el proceso y su oferta de espacios de arte, el Palacio aun. Obviamente, ya no cabría hoy esta desinformación.

Una exposición para el recuerdo. En el Palacio de Bellas Artes, la Galería Nacional de Bellas Artes, hasta la creación del Museo de Arte Moderno (inicialmente llamado Galería de Arte Moderno), fue la sede de la colección de arte dominicano, de las bienales nacionales y de las exposiciones importantes, individuales y colectivas.

Al cumplirse la imprescindible restauración y remodelación del palacio, los espacios museales volvieron a abrir sus puertas a finales del 2008, en óptimas condiciones ambientales, y han ofrecido un programa permanente de exposiciones nacionales e internacionales, en las dos plantas: Salón Español -llamado hoy de la Rotonda-, Salón de la Cúpula y salas aledañas.

Ahora bien, hacía falta presentar algunas de las obras de arte, varias siendo copias de maestros seculares, expuestas en el periodo inaugural, una pequeña colección permanente que el publico de las últimas generaciones no conoce. Una gran mayoría ha desaparecido o se ha dispersado indefinidamente sin esperanzas de volverlas a ver…, pero la Galería Nacional de Bellas Artes ha querido, como un deber de memoria, exhibir algunos de esos cuadros, esculturas y muebles, realmente una muy mínima parte, que engalanaban paredes, salas y despachos, al inaugurarse el edificio, y aun años más tarde.

Aída Cartagena Portalatín, en el catálogo fechado del 1963, “Galería de Bellas Artes”, señala una gran cantidad de obras entregadas a la Galería por el Gobierno Dominicano.

De las muy pocas todavía presentes en el Palacio, la exposición muestra esculturas europeas en bronce, “Carmela” y “Guerrero herido”, el oleo de la “Campiña de Sorrento”, algunos muebles finos y marcos (¿hubo cuadros en el interior? y ¿dónde estarían?) de la época.

Una obra expuesta amerita una mención especial, el sobresaliente retrato al óleo de Rafael Díaz Niese, primer director de Bellas Artes, por George Hausdorf, -habitualmente colgado en la escalera principal-.

De la colección original de copias de maestros clásicos españoles, están las dos “majas” de Goya, impresionantes, y se esperan otras copias famosas que va a prestar el Ministerio de Educación, donde fueron trasladadas cuando Bellas Artes formaba parte de la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos. A falta de los originales del Museo del Prado, vale realmente la pena mirar esas copias… por cierto algunas deben ser limpiadas y restauradas.

Así mismo, se presentan reproducciones fotográficas de archivo, que devuelven a esos días inaugurales del 1956, los ambientes, las personalidades, el público de entonces. Es una revelación: muchos de los altos funcionarios, figuras de las artes e intelectuales ya no están, y no pocos se sorprenden de la vestimenta formal de los asistentes. ¡Algo de historia de la moda dominicana y las páginas sociales de entonces!

Un libro excelente. Para quienes desean conocer la historia de Bellas Artes, el libro, “Palacio de Bellas Artes 1956-1958”, de la autoría de Myrna Guerrero, es un magnífico volumen y el fruto de una investigación muy completa. Fue el acontecimiento bibliográfico de la reinauguración, al ser puesto en circulación a finales de 2008. En caso de que se haya agotado la primera edición, se impone que el Ministerio de Cultura lo reedite en su esplendor, y también se imprima en “libro de bolsillo”, pues es un indispensable documento de consulta, riquísimo en informaciones, testimonios e ilustraciones, con anexos igualmente valiosos. Myrna Guerrero, historiadora y crítica de arte, ha escrito, de forma clara y amena, una “retrospectiva”, no solamente respecto al palacio y su arquitectura, sino de las programaciones y actividades desarrolladas durante medio siglo. ¡Una pieza maestra de la bibliografía cultural dominicana!

ZOOM
Escribe Myrna Guerrero

La semana (inaugural) de Bellas Artes, del 15 al 21 de mayo 1956 : “El arte dominicano se hizo presente a través de una exposición organizada para la ocasión por la Dirección General de Bellas Artes, que dirigía en este momento Horacio Vicioso Soto. (…) Participaron artistas y docentes de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Por mediación de la colonia española en República Dominicana, el Gobierno de España donó una colección de reproducciones de los maestros de la pintura española. La ubicación de esta colección en el Salón de Reuniones, permaneció hasta finales de los años setenta.

 

Publicaciones Relacionadas