¡Si ejemplos faltaran!

¡Si ejemplos faltaran!

En Estados Unidos, dos prominentes ciudadanos nominados por el Presidente Barack Obama para ocupar altas posiciones estatales debieron retirar sus candidaturas, ante las críticas recibidas por faltar a compromisos fiscales.

Tom Daschler, propuesto para Secretario de Salud, y Nancy Killefer, quien fuera nominada supervisora general del gobierno federal, perdieron así la oportunidad de incorporarse al gabinete del flamante régimen.

Más para acá, en Costa Rica – en nuestra América – el gerente general del Banco de la Vivienda, Onni Rodríguez, tuvo que renunciar luego de ser cuestionado por un gasto de apenas 1,120 dólares en una actividad propia del organismo que dirigía. ¿Me leyó bien?

Esos solos casos ilustran hasta dónde en otras naciones se toman con la mayor seriedad, vergüenza y responsabilidad, las cuestiones de orden ético y moral en el Estado.

El cumplimiento del deber y la imagen que debe proyectar una persona a la que se encargará el manejo de fondos públicos, es asunto de sagrada conciencia en la gran nación del Norte que tanto nos gusta imitar en otros aspectos.

Es muy probable, cuando no seguro, que muchos de los que leyeran esas historias por esta tierra minimizaran su impacto.

No quisiéramos, lector amigo, vender una imagen de exagerado puritanismo, y mucho menos de celoso guardián del presupuesto estatal, del que nunca he sido beneficiario ni como empleado de tercera o cuarta categoría.

Pero ¿caramba, por qué no imitamos también aquí esas diáfanas acciones ciudadanas? 

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