Ya avisaron que el puente Duarte está por caerse, y ustedes pueden estar seguros que ya varias compañías constructoras están diseñando el puente que lo va a sustituir. ¿Y por qué no repararlo en vez de esperar que se caiga? Por una razón muy simple, cuesta más hacerlo de nuevo que repararlo, y por lo tanto, hay más beneficios para los constructores haciéndolo nuevo. ¿Que le va a costar mucho al Estado y al pueblo? ¡Y qué! Para eso están las comisiones en millones, para que nadie opine lo contrario.
El puente Duarte ha visto pasar sobre sí a todos los presidentes de este país desde Trujillo acá hacia y desde la autopista Las Américas. Naturalmente, también ha visto a todos los vicepresidentes y los más altos funcionarios de aquí y de todos los países que nos han visitado. Y si ese puente se hubiera imaginado que tanta de la gente que lo ha pasado iba a resultar tan nociva para este país, de seguro les hubiera dejado caer alguna viga de vez en cuando.
Por el puente Duarte han pasado todas las caravanas, mítines y marchas políticas, y sobre él pasó una vez una revolución, es más, sobre su estructura se libró la batalla más cruenta de esa revolución en 1965, tan cruenta, que quien salió más herido y lesionado fue el propio puente Duarte.
En 1955, cuando se inauguró, el puente Duarte fue una especie de feria que la gente iba a visitar de noche para ver sus modernas luces de neón. En 1966 el río resultó muy contaminado debido a un bolero Roberto Ledesma que decía «camino del puente me iré a tirar tu cariño al río», a lo que la gente hizo mucho caso. Durante mucho tiempo, el puente Duarte fue la estructura más grande y portentosa que habíamos tenido. Hoy, casi en la desvencijada, este puente pudiera arrimarse al nuevo puente Juan Bosch y hasta llevárselo de encuentro en su caída. Y si ustedes creen que no hay gente que se alegraría se equivocan, porque si hay algo que estimula y agita a los políticos en la oposición es la tragedia estatal. En ese caso le echarían la culpa a Hipólito Mejía por no desbaratar al Duarte y mandar a erigir seis puentes nuevos.
En todo caso, vamos a sugerir algunas medidas para la gente que use regularmente el puente Duarte a partir del 7 de enero, cuando la efervescencia política comience a estremecer los cimientos del país y sus estructuras.
1) Ni loco cruce el puente Duarte en un camión, y menos cargado de cualquier cosa. 2)
Cómprese un salvavidas esponjoso y un casco, porque también hay que pensar que la caída al río es tremendo planazo. 3) Trate de no caer en lo seco, y mucho menos de pie, porque a partir de entonces los pantalones le van a quedar muy largos. 4) Si cruza en bicicleta lleve siempre un tubo bien lleno terciado en la cintura. 5) Lleve también una fundita por si la altura y la caída le dan mareos, así evita vomitar a los que van cayendo delante. 6) Un rosario en el cuello nunca está de más. 7) Al momento de hacer contacto con el agua no haga «la bomba» presumiendo de clavadista, pues crearía olas innecesariamente. Esto último no aplica si cae en lo seco. 8) Al caer al río nade inmediatamente para dejar espacio al próximo en caer. Esto tampoco aplica si cae en lo seco. 9) Si no sabe nadar deje de estar cruzando el puente Duarte o haga un cursillo acelerado de natación. 9) No pida auxilio, será inútil, porque todo el mundo estará ocupado mirando el espectáculo.
[b]¿Desequilibrada? ¿Ah sí?[/b]
Hace algunos meses, viniendo por la autopista Las Américas, vi a esa señora caminando sobre el muro que divide la vía, pero mi cámara había agotado el rollo. Parece que es costumbre en ella, -en la señora, no en mi cámara- porque de nuevo me la encontré hace un par de semanas. Me detuve a hacerle una foto y aproveché para preguntarle a alguien sobre la señora en cuestión. Quien me habló fue un señor un tanto engolado, que al referirse a ella me dijo que se trataba de una desequilibrada. Yo no tuve otra reacción que preguntarle al tipo, ¿desequilibrada? ¿ah sí?
Evidentemente la señora guarda bastante equilibrio como para desplazarse quien sabe si kilómetros sobre este muro divisorio. Algo de equilibrio debe quedar en nosotros también para seguir caminando sobre el alto costo de la vida sin que todavía se haya producido una caída mental colectiva, aunque algunos antes de caerse han preferido tirarse… tirarse un plomazo.
El tema de la «Miss Equilibrio 2003» de la autopista Las Américas trae a colación el asunto de la cantidad de locos que andan las calles y carreteras. Definitivamente, alguien debe emular al nunca bien ponderado Dr. Antonio Zaglul y darle seguimiento a su libro «Mis 500 locos», solo que el libro tendrá que ser una edición aumentada y con nuevo título: «Mis 500,000 locos» o «Un Manicomio llamado R.D.»
[b]Señores, esas cositas se limpian[/b]
Los reflectores colocados sobre y en los lados del muro divisorio de Las Américas deben limpiarse de vez en cuando. Actualmente, y de noche, cuando más se necesitan, no hay manera de que funcionen debido al sucio que los cubre. Los más sucios son los que están inmediatamente después del peaje (este-oeste), pero en realidad todos lo necesitan.
La excusa de la falta de personal no es válida. En la Secretaría de Obras Públicas hay miles de «compañeritos de la base» cobrando solo por amarrar la chiva. En la Secretaría de Turismo hay otro montón de «compañeros y compañeras» que solamente van a cobrar a la espera de que arranquen las marchas y caravanas.
En Bienes Nacionales usted encuentra cuatro telefonistas para un sólo teléfono o tres porteros para una sola puerta. Toda esa gente puede armarse de una cubeta (blanca si se quiere) y un para de paños (blancos si se quiere) para limpiar los reflectores. Si quieren también que vayan con gorras blancas y camisetas de Fello, Milagros, Hipólito, Esquea, Abinader o hasta de «Pichón de Burro», pero hay que adecentar eso para que funcionen.
Ahora, como los reflectores son rojos, igual cosa podrían hacer los reformistas, de manera que cada reflejo rojo puede interpretarse como un ¡vota Estrella! o ¡vota Peynado!
Los que no pueden hacer nada a su favor con los reflectores son los peledeístas, salvo que aprovechen la próxima Semana Santa para hacer una «buena acción» electorera mientras muestran su color morado, que es el color de Semana Santa. Es decir, es el color de la penitencia.
[b]Me cambié a Codetel[/b]
El primer celular que adquirí con un plan familiar de una compañía que no es Codetel funcionaba relativamente bien, salvo cuando salía de Santo Domingo y llegaba a zonas donde esa compañía no tenía cobertura, pero no me preocupaba tanto. Comencé a preocuparme cuando la compañía de marras empezó a aumentarme la tarifa sin previo aviso.
Entonces me puse a pensar que todas las compañías de comunicaciones tienen los mismos trucos para sacarle a uno los cuartos, la diferencia está en qué tan amplia puede ser la cobertura territorial. Pero encontré una diferencia mucho más importante con relación a Codetel. Aunque no es dominicana -las otras tampoco- Codetel fue la única compañía de teléfonos que apoyó ampliamente los Juegos Panamericanos, tanto los juegos como a algunos atletas, entre ellos a Félix Sánchez y a Wanda Rijo, héroes deportivos nuestros.
Veo a Codetel apoyando al Licey, mi equipo y campeón de todos los tiempos. Veo a Codetel prestando servicios y, ahora en Navidad, veo a Codetel colocando una de las más hermosas decoraciones navideñas de la ciudad.
Me cambié a Codetel porque veo que invierte en nosotros. Todas las compañías nos sacan dinero, y probablemente nos roban. Pero si me han de robar que me robe Codetel, porque mis cuartos los veo invertidos en mi ciudad y mis atletas. Atención, esto no es un anuncio publicitario.