Sí, este país está de psiquiatra

Sí, este país está de psiquiatra

Cada 36 horas en este país cae asesinada una mujer a manos de su pareja o expareja. Hasta ayer, la Policía tenía registrados 55 casos de esta modalidad de crimen. El indicador es preocupante, porque revela una tendencia que, de mantenerse, nos llevaría a cerrar el año 2012 con una cifra récord de estas ocurrencias. Y lo peor es que estamos hablando de una sola de las tantas modalidades de violencia que tienen justificadamente consternada a esta sociedad.

Hace unos días el doctor Miguel Gómez, presidente de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría, proclamó que “el país está de psiquiatra”. Fue con esos términos que manifestó la preocupación de esa sociedad por el alto número de suicidios de hombres, mujeres, adolescentes y niños que se ha estado registrando en el país. Esa es otra faceta de la violencia que se manifiesta entre los dominicanos como una especie de epidemia en la plenitud apogeo.

Para agravar el indicador de violencia tendremos que agregar aquella que deviene de la delincuencia común, las ejecuciones por paga generalmente derivadas del tráfico ilícito de drogas y la que tiene su origen en el uso excesivo de la fuerza por parte de algunos  policías. Si sumamos los efectos de la suma de  feminicidios, suicidios y muertes provocadas por la delincuencia, tendríamos que coincidir en que este país ciertamente está de psiquiatra.

Policías que usan métodos salvajes

Osvaldo Fernández Hernández tenía 19 años cuando agentes policiales lo mataron a perdigonazos en la cabeza, porque no obedeció una orden de detenerse.

Puro salvajismo policial.

Celebramos la rápida actuación del Jefe de la Policía, quien canceló a los bárbaros Nelson Rojas Díaz, Héctor Araújo y Miguel Angel Pérez.

La semana pasada ocurrió otro acto salvaje e impío cometido contra “El Ñatico”, un muchacho de 17 años de edad. Miembros de una patrulla policial lo detuvieron, lo sentaron, le pidieron que doblara las piernas y así, a sangre fría y con sevicia, le balearon las rodillas.

Puro salvajismo policial.

Pareciera que vivimos arropados por la barbarie. ¿O estamos, como sociedad, cosechando lo que hemos sembrado?

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