Si gana Chávez gana la ONU

Si gana Chávez gana la ONU

VICTOR GÓMEZ BERGES
A medida que el mundo crece en población y el desarrollo de la tecnología nos inunda con los más sofisticados y diversos equipos, y la Internet y la TV vía satélite nos reduce a un solar planetario, en los países pobres el hambre aumenta al mismo ritmo que crece el desarrollo del conocimiento, por lo que todas las instituciones internacionales y nacionales de carácter económico o político, tienen la obligación de ir adaptándose a esos grandes cambios, para poder hacer frente al mayor problema de la humanidad, que es hoy la falta de comida y servicios para una población que sobrepasa los 6.000 millones de habitantes, de los cuales más del 40% vive por debajo del nivel de la pobreza, conforme estadísticas de los organismos internacionales.

La Organización de las Naciones Unidas no es la excepción; al contrario debe ser el modelo a seguir en cuanto a transformación y modernización de las instituciones universales y nacionales.

Escuché a Kissinger decir en una reunión de Cancilleres del Continente que en la democracia el “respeto a los pareceres de las minorías es determinante y que en la diversidad de opiniones se sustentaba el desarrollo y el crecimiento de las sociedades”.

Nada nuevo dijo en la ocasión el ex secretario de Estado norteamericano, pero repercutió en todo el mundo por ser dicho por el representante del país más poderoso del universo. El que lo sigue siendo.

Se advierte que por el peso y gravitación de esas transformaciones universales, que quiérase o no se están imponiendo en las Naciones Unidas, podemos escuchar hoy al

presidente de Irán, Mahmaud Ahmadenijad, afirmar que seguirá desafiando a los norteamericanos para continuar las pruebas de energía atómica para usos pacíficos y al presidente Hugo Chávez, decir en el areópago de esa organización que el presidente norteamericano es un “diablo”. Una década atrás nadie imaginaba una expresión semejante, ni tan subida de tono, tan poco diplomática en un cónclave de esa naturaleza.

Nikita Kruschev, ex primer ministro ruso, y Fidel Castro estrenaron en esa tribuna el estilo desenfundado de hablar.

Recordemos tan solo al primero, quitarse un zapato y con éste golpear el podium desde donde se dirigía a los asambleístas, para llamar la atención de manera espectacular sobre un planteamiento de su interés y al segundo denunciar infinidad de atropellos que sufría su país por haber establecido en él un régimen marxista a solo noventa millas de Estados Unidos.

Por todo ello preocupa que no obstante los adelantos que se han logrado en el ejercicio de la libertad de prensa, el respeto a los derechos humanos, las reuniones de presidentes de Países No Alineados y las Cumbres de Jefes de Estado en esta región del mundo entre otros, se quiera impedir que un gobierno de la región que habla con voz propia, pueda llegar a la posición de Miembro no Permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, por el solo hecho de ser disidente de uno de los cinco países que con carácter permanente desempeñan esas posiciones desde la fundación del organismo en 1945.

Afirma el canciller de Guatemala, el otro país aspirante con posibilidades de obtener el puesto, que ellos ofrecen “un trabajo más profesional y serio y de menos confrontación” que el que pueda desempeñar Venezuela.

De eso no hay dudas, lo importante es que Venezuela, de obtener el triunfo, iría a participar en ese cónclave como la voz de los países pequeños y pobres del mundo, que tienen pocos defensores hoy día en ese organismo y a exigir mayor equilibrio en el orden económico para los mismos, tratando de hacer ver al Grupo de los 8, que constituyen el mayor poder económico y por tanto político del mundo de hoy, que, o se busca un equilibrio socio-económico entre todos los pueblos de la tierra o exponen a la humanidad a la mayor catástrofe que se pueda imaginar.

Pensemos, guardando las diferencias de dimensiones y población, en el dolor de cabeza que ha representado Cuba para esta región del mundo en los últimos 50 años, así como la existencia del gobierno que la ha regido en ese lapso, que no tuvo otra causa que el resultado de una explosión popular de ese pueblo contra tres regímenes corruptos, corruptores, abusadores, criminales y deshonestos que dominaron esa isla por sesenta años. Desde su independencia.

Imaginémosno por un momento siquiera, que por la desesperación, hambre y corrupción que destroza la mayoría de los habitantes de África, Asia y América Latina, -no hay más que ver en la TV española cómo los africanos luchan salvajemente por llegar a España- éstas se subleven en un  momento, ¿Cómo se restablecería el equilibrio y la paz en esos países?.

La justicia y el equilibrio entre los pueblos es el papel básico de las Naciones Unidas, su carta fundamental así lo consagra, inclusive, para contribuir a esos logros se han creado organismos de carácter económico, como el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Comisión Económica para América Latina y otros, todos buscando con estudios, observaciones y financiamientos, la mejoría de los pueblos del mundo.

Quizás el mayor error cometido por Venezuela y el que le pudiera perjudicar en estos momentos para lograr su objetivo, fue anunciar en La Habana el número de países que hasta hoy le apoyan, pues incita a sus adversarios a sonsacar algunos de esos respaldos, por experiencia propia puedo afirmar que esos detalles no se divulgan.

Si Venezuela gana la posición de Miembro del Consejo de Seguridad -que no es permanente son dos años- y llega cometiendo excesos o en busca de protagonismos, estoy seguro que la experiencia y sensatez que abundan en ese organismo se impondría.

Y sólo su participación serviría para advertir a los poderosos, que hoy nos imponen un modelo neoliberal que viene sumiendo en mayor miseria a los pobres del mundo para beneficio solo de ellos, que reconsideren el camino que transita el mundo de hoy.

No olvidemos que el equilibrio lo impone el disenso, la discusión.

Nunca la unanimidad ha creado equilibrio.

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