Durante la tiranía fue intrascendente. Con o sin funciones, vigente o no el cargo en la Constitución de la República, la influencia era nula. Trujillo disfrutaba el vicariato, tanto, que permitía el beneficio de los votos para ratificar sus candidatos a la presidencia que simplemente acataban sus órdenes y firmaban sus ucases. En las elecciones del año 1938, los candidatos del único partido, Jacinto Peynado y Troncoso de la Concha, recibieron 319,680 votos, de los 348,010 dominicanos inscritos en el registro electoral. (Trujillo: Monarca sin corona. E. Gutiérrez Félix)
Panegiristas de la “era”, conocedores de las incidencias y ocurrencias, detrás de las cortinas del Palacio, historiadores y diletantes, repiten que más poder tenían Don Cucho, Paíno, Anselmo, De Moya Alonso, que alguno de los vicepresidentes del jefe.
La propuesta electoral para las primeras elecciones, post tiranicidio, incluyó aspirantes a la vicepresidencia con pretensiones de atraer y con significado proporcional al momento histórico. La oferta menos atractiva correspondió a la candidatura beneficiada con el 59.53 % de los votos computados. González Tamayo no tenía el perfil de José Augusto Puig Ortiz ni de Josefina Padilla Deschamps.
La costumbre ha repetido que la candidatura a la vicepresidencia nada importa, sin embargo, cada partido, cada postulante a la presidencia, después del 1961, sabe qué persigue con la persona acompañante.
Balaguer devoraba a sus pares como Saturno antillano. A contrapelo de la lealtad, su nihilismo y esa devoción por el destino, permitían que, sin miedo al karma, hiciera y deshiciera. Engatusaba pero no erraba, sabía cómo encantar la ambición ajena y premiar la sumisión. A fin de cuentas, se impuso siempre y pocos en su entorno, acechando la oportunidad, se atrevían a disentir. El talante de sus compañeros de boleta y de ocupación palaciega, obedecía a la ventaja que pretendía lograr, o mantener, con el hombre necesario. Conocía la ambición de la insignificancia, la influencia tras la medianía, la prosternación de la codicia. Por eso, lanzaba la atarraya de la vanidad y atrapaba el cardumen, luego, seleccionaba. Que el valido acatara o, hastiado, se sublevara, es otra pendencia.
La oposición aprendió. A partir del 1978, ninguna compañía en la boleta electoral ha sido casual y si el albur decide, el error persigue. No se invita para exhibir un lenguaje florido y referir como heredad un revolcadero de burros, como aquel que mencionaba Goico Morales, tampoco para aprovechar las buenas relaciones con el tío Sam y las transnacionales, ni para conquistar apoyos ocasionales y onerosos. En el territorio hay tareas importantes y la posibilidad de sucesión, pautada por la Carta Magna, es menester garantizarla. También acreditar que será óptimo el desempeño de las obligaciones establecidas por decretos y por la Ley Orgánica de la Administración Pública, que, en su artículo 19, define la Vicepresidencia como: “un órgano de naturaleza unipersonal, cuyo titular es el o la Vicepresidente, quien será colaborador inmediato del o la Presidente de la República en sus funciones como Jefe de Estado y de Gobierno y ejercerá las funciones que aquel le atribuya de conformidad con la ley”.
Porque es otro tiempo y el decreto 474-12 dispone que la vicepresidencia de la República preside y organiza el Gabinete de Coordinación de Políticas Sociales (GCPS). El GCPS es “la instancia de articulación de la formulación, ejecución, seguimiento y evaluación de los programas incluidos en el Sistema de Protección Social de República Dominicana”. Gabinete encargado de la Administradora de Subsidios Sociales, de Progresando con Solidaridad y del Sistema Único de Beneficiario. La Vicepresidencia también regentea los Centros Tecnológicos Comunitarios.
El presidente Jorge Blanco continuó gobernando sin sucesor, a pesar del deceso de Fernández Mármol, empero, el suicidio de Guzmán Fernández, obligó al vicepresidente a asumir las funciones de Jefe de Estado y de Gobierno.
Más allá de cohesionar correligionarios y satisfacer promesas, hoy la candidatura a la vicepresidencia tiene otra connotación. Importa. Y si la percepción no es suficiente, la encuesta Greenberg-Diario Libre, avala la afirmación.