“Si muero escribiendo, moriría feliz”

“Si muero escribiendo, moriría feliz”

DIALOGO CON

 

Carlos T. Martínez
Escritor y comunicador.

En cada tomo de su prolífera obra, él ha ido mostrando a la sociedad a más de 500 “grandes dominicanos”, hombres y mujeres meritorios, profesionales sobresalientes en distintas áreas, personas que han alcanzado la cima en el desempeño de posiciones públicas y privadas, en labores humanitarias, en los deportes, la música, el arte, las letras, la poesía y la comunicación.

La obra de “El Deferente”, como todos sus amigos llaman cariñosamente al comunicador, escritor, compositor y periodista Carlos T. Martínez, no se detiene. Este hombre laborioso de 68 años trabaja en la fase final del tomo XVIII de su interesante trabajo de investigación “Grandes Dominicanos”, que recoge la biografía y la labor de personalidades de la vida nacional y consigna sus aportes a la sociedad.

El trabajo está en la fase final. El periodista, locutor y escritor confía en que para finales de septiembre o principios de octubre la obra sea puesta en circulación.

“Creo que reconocer a grandes dominicanos es una labor que Dios me ha puesto en mis manos para que yo reconozca a hombres de mi patria que tienen muchos méritos, valores y cualidades humanas y morales. Me siento muy orgulloso de la oportunidad que me ha dado el creador de reconocer a los auténticos valores”.

Surge la inquietud: ¿Hasta cuándo piensas seguir escribiendo? “La verdad: No sé cuándo voy a escribir mi último libro, pero creo que moriré escribiendo. Cree en lo que hace y siente orgullo de reconocer “a los auténticos valores de mi patria, en vida, nunca después que se van. No me gusta la hipocresía de decir qué bueno era”.

En realidad, precisa Martínez, escribir no le genera ganancias, sino muchas satisfacciones. “El trabajo es muy difícil, muy fuerte. Escribir un libro de más de 600 páginas no es paja de coco. Pero yo siento una satisfacción inmensa del deber cumplido”.

Revela que en las entrevistas que hace a los protagonistas de su obra, algunas personas, hombres y mujeres, estallan en llanto y lágrimas. Los recuerdos de tristeza o alegría fluyen y brotan lágrimas de sus pupilas.

“El Deferente”, como profesional de la comunicación, ha ido creciendo. Repite frecuentemente una frase que aprendió de Confucio: “Más vale encender una vela que maldecir la oscuridad”. Trabaja sin esperar nada a cambio de los protagonistas de su obra.

“Yo hago el bien y no espero absolutamente nada de nadie. Ocasionalmente hay personas que me compran libros, pero hay grandes dominicanos que le regalo los libros, porque no tienen recursos para comprarlos. Creo que debemos reconocer a gente que tenga valores, no a tutumpotes, sino a gente que son enanos económicamente, pero son grandilocuentes, excelentes escritores, grandes en honestidad, en transparencia, en la calidad humana”

Recuerda que un día le preguntó a la señora Nieves Sierra (Doña Chucha) por qué había sacrificado tantos años de su vida para atender niños, cuando tuvo oportunidad de hacer otras cosas. Ella contestó: “Yo estoy atendiendo niños huérfanos de padres vivos”. Esa frase lapidaria nunca la olvidaré. Aprendí mucho de esa dama”.

“Yo saco tiempo para escribir en el transcurso de la semana. Hace mucho tiempo aprendí qué me preocupa, por qué me preocupa y cuál es la solución a esas preocupaciones”.

Gente con valores. “No escatima esfuerzos en sus afanas de alcanzar su objetivo. Va y viene, envía comunicaciones, insiste para concertar citas para las entrevistas con los personajes seleccionados; en fin, agota todos los recursos disponibles para plasmar en su obra los méritos y cualidades que adornan a cada hombre o mujer escogido.

“En ocasiones hago cinco entrevistas en un día, otras veces dos, o tres. Eso depende del entrevistado. Mientras más altas posiciones ocupan, más dificultades se presentan para entrevistarlos”.

“Soy un hombre de paz”. “No me gustan los conflictos ni las diatribas. Soy un hombre de paz, de amor, de armonía. Por eso respeto la política y no me meto en ella. Más bien la sufro cuando un político acaba públicamente a otro político amigo. Eso me duele.

Trato siempre de buscar soluciones a los problemas, aunque soy consciente de que hay mucha gente a quien no le agrado, a quien no le caigo bien. Eso no puedo evitarlo.

Alguien me preguntó un día: “Deferente, ¿qué tú haces reconociendo viejos? Tú no ganas dinero con eso”. Lo que ocurre es que hay personas que solo piensan en el dinero, que tienen dos signos de pesos en los ojos. Eso me da mucha lástima, porque entienden que no hay que reconocer a nadie. Son mezquindades, pero yo las respeto.

No tengo enemigos, no le hago daño a nadie. A todo aquel que me ha querido hacer daño, lo perdono y le pido a Dios que le toque su alma y su espíritu para que pueda crecer. No hay odio en “El Deferente” Carlos T. Martínez, como se me conoce. No hay odio en mi corazón”.

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