Si nacieras llamándote Amanda un rayo de humanidad iluminaría tu sangre

Si nacieras llamándote Amanda un rayo de humanidad iluminaría tu sangre

FIRE AND ICE (*)
Unos dicen que el mundo terminará
en fuego, unos dicen que en hielo.

Por lo que he probado del deseo,
estoy con los partidarios del fuego.

Pero si tuviera que fallecer dos veces,
creo conocer lo suficiente del odio
como para decir para la destrucción por hielo
también es grandioso.
Y sería suficiente.

Robert Frost – Poeta Nacional
de los Estados Unidos de América. I874-1963

1/LOS RECUERDOS MATERNOS QUE AMANDA GORMAN INSPIRA.
Hace días se ha cumplido una vez más, la monserga aburrida de Naciones Unidas, sobre el 7 de marzo, «el famoso día de la mujer «. Esta charada oficial que da más gana de reír que llorar, se ha convertido en el muslo capitalista del consumo inveterado, en otra panoplia más del consumo habitual y nos hace reflexionar: no quieren peluches, quieren oro…

Yo quiero honrar, al margen de toda imbecilidad feminista, que existe, al margen de todo fanatismo inveterado que existe; al margen de todo discurso adolorido y con razón que es una querella anual sin eco posible; como se debiera, yo quiero honrar a una mujer joven de valor y de gran talento, de ingenio y esfuerzo personal, cándida en sus ojos tristes y alegres, me refiero a Amanda Gorman.

No se llama Digna Elías Wilson, mi madre, no se llama Alida Elías Zapata, mi hija. Pero la siento con esa misma fuerza interior.

Y digo mi madre, porque en algún rincón de la casa apareció una mustia foto de cuando fue anfitriona en el Hotel Paz, de su vieja amiga Marian Anderson, aquella que, en la década de los años 50 del siglo XX, Asdrúbal Domínguez escucharía exaltado, alguna vez en su vida.

Fue para Digna Elías, aprendiz de mezzosoprano de iglesia Episcopal en su tiempo, la emoción de un recuerdo que me narraría una y otra vez y que jamás olvidaré.

Contralto, para decir algo que la técnica vocal describe con mayores rigores entre octavas más abajo del do, o en todo caso: el do que se encuentra entre el llamado do central, muy técnico para el más amplio público, lo mejor es decir que al final se decidieron por llamarlas Mezzo soprano. (Mezzo, que en italiano es medio, para calificar la media voz de diferencia con una soprano)
Conozco la historia de su lucha, me refiero a Amanda Gorman, algunas cosas me hacen sonar las orejas y remontarme a otros tiempos familiares de retos y visiones, por eso su lucha es tan familiar para mí.

Pues bien, la historia de Amanda Gorman, no es más que el ejercicio moral con dulzura y talento de un ser con un alto sentido de sí misma, de humanidad, no confundida en su misión, si debiese tener alguna.

¡Oh qué bien!, Amanda, Amanda, pero Gorman, solo Gorman y más Gorman, dudas ningunas, pero ninguna y necedades menos: paz absoluta, su rostro lo respira, su propia búsqueda temática lo sugiere, está más allá de lo banal, sabe su tiempo y lo asume. ¡¡¡Qué felicidad!!!…

Ella, es el esfuerzo sin quejas, consolidada, la que debiese labrar un destino, conociendo bien en la dialéctica de la vida, que el futuro se construye cada día, no se espera.

Que el futuro nadie te lo regala y que toda aquella cháchara de que todo lo que viene vendrá bien y sin problemas, es una gran mentira, todo ello, como yo, lo aprendió de una madre, maestra de profesión y vigilante de Amanda Gorman, mezclando cariño con conocimiento. Escondiendo la televisión y haciendo biblioteca hogareña.

Tuvo impedimento de habla cuando era niña, su madre Joan Wick, le ayudó en todo momento con lo que se supone que son sus desórdenes auditivos, a pesar de todo ello: estimula en su página One Pen One Page (Una pluma, una Página), el deseo de otros para poder escribir y expresarse.

Piensa en los demás como inspiración propia, radiante.
En una palabra, Amanda Gorman va al encuentro de sus propósitos: fundar utopías que muestren otra vía para los afroamericanos, indicándoles que aún es posible y que la misma tiene una trascendencia esencial.

Sus textos son profundos y brillantes, hasta que se crea cuento del American Dream, a toda costa, sus textos demuestran que son bellos, con cadencias, bordeando las trampas del querido Walt Whitman y sus cantos de construcción a esa América de acero y mareos de rascacielos, aquel viejo cosmos, el famoso y travieso hijo de Manhattan.

2/LA PROPUESTA DE AMANDA GORMAN O EL BLACK RENAISSSANCE EN TIEMPOS REVUELTOS.

Nadie podría cometer el error de comparar a Amanda Gorman con Walt Whitman.
Se ha hecho y es un error grave, el entusiasmo no puede derrotar la lógica de la razón y la historia real de la poesía norteamericana, bella y excelsa por sus autores, fabulosa en sus grandes temáticas, profunda en el pensamiento y la universalidad humana. Nadie debió hacerlo.

Amanda Gorman por generación, vivencias y edad, tendrá su madurez, lo que, sí se puede afirmar en materia de paralelismos históricos, es que, si Walt Whitman cantó a su tiempo, al capitalismo naciente y a los visibles empujes de progreso y grandes muchedumbres, contexto de su gloria y acierto en su estación, su ideología no lo hace un poeta menor entre los suyos, Amanda Gorman, afroamericana tiene otro contexto: el resurgimiento del racismo y la intolerancia que la era Trump auspicio en esa nación en los últimos 4 años, cuyo influyo pareciera que ayudó a crecer el odio y la crispación como si fueran 10 años. Ella sin racismo inverso, invita a su propia utopía, en la colina que subimos, como afroamericana.

Se crece y dice palabras propias, para un momento difícil.
Amanda Gorman, canta a otra América, le toca otro ciclo en la vida y el tiempo de esa gran nación. Ella es esperanza e historia, en un país que no la esperaba.

Ojalá los espejismos frívolos no le hagan perder el bello sendero que la ha llevado a tener bajo su gracia el aprecio de la nación americana. Si así fuera, llegará lejos, luminosa y con un destello de rayos y humanidad en su sangre generosa, como el planeta de su sonrisa, que tanto nos anuncia. (CFE)

LA COLINA QUE SUBIMOS. (**)
(Fragmento )
Lectura y Texto de Amanda Gorman.

AMANDA GORMAN:
Señor presidente, Dra. Biden, señora vicepresidenta, señor Emhoff, estadounidenses y el mundo.

Al llegar el día nos preguntamos:
“¿Dónde hallar luz
en esta oscuridad sin fin?”.
La pérdida que llevamos,
un océano por embestir.

Ya desafiamos el vientre de la bestia.
Aprendimos que la calma no está
siempre al borde de la paz,
y que las normas y nociones
de lo que es justicia
no son siempre justas.

Pero aun antes de enterarnos,
ya era nuestro el amanecer,
y de alguna forma lo logramos.

De alguna forma resistimos, presenciamos,
una nación que no está rota,
sino simplemente inacabada.
Nosotros, sucesores
de un país y de una era
en que una flaca joven negra,
descendiente de esclavos
y a quien criara una madre soltera,
puede soñar con ser presidenta,
solo para encontrarse
recitando para uno.

Y sí, estamos lejos de ser
pulidos e impolutos,
pero eso no significa
que nuestros esfuerzos busquen
formar una unión perfecta.
Mas sí luchamos para forjar
un país con determinación,
crear un país comprometido
con todas las culturas,
colores, características
y condiciones del ser humano.

Y así levantamos la mirada,
no para ver lo que nos separa,
sino lo que está frente a nosotros.
Cerramos esa brecha
porque sabemos
que, si el futuro ha de ser prioridad,
debemos dejar nuestras diferencias
a un lado en primer lugar.

Bajamos las armas
para extender los brazos al otro.
No buscamos daño para nadie,
sí la armonía para todos.

Que el mundo al menos
diga que esto es cierto:
que aún mientras lloramos, crecimos.
Que aún en el dolor, hubo esperanza.
Que aún en la fatiga, nos esforzamos.
Que estaremos para siempre
unidos y victoriosos,-
?( * )

Robert Frost, uno de los grandes poetas de Nueva Inglaterra, escribió este poema en 1920, inspirado en el pasaje del Infierno de Dante en su Divina comedia, canto 32. Apocalíptico, en broma y en serio, el mejor epígrafe para Amanda Gorman, que ofrece hoy en América lo contrario.

(**)
Este texto poético escrito y leído por Amanda Gorman, en aquella mañana que aparentaba apacible el Congreso, en la ascensión del 46 presidente de los Estados Unidos de América, Joseph Robinette Biden Jr.

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