Si no es una alerta naranja, ¿cómo la llamaría?

Si no es una alerta naranja, ¿cómo la llamaría?

NUEVA YORK. Desde marzo del 2002, cuando fue creado el índice de terrorismo de cinco colores de la nación, la alerta ha pasado de amarillo a naranja cinco veces, nunca descendiendo por debajo o subiendo por encima de estos dos colores.

Un informe congresional durante el verano advirtió que la «vaguedad de las advertencias» podría causar que el público «empiece a cuestionar la autenticidad» de las amenazas. En respuesta, el Departamento de Seguridad Interior revisó el índice en septiembre, creando un umbral más alto para el naranja. La alerta más reciente fue emitida sólo después de que el gobierno recibió lo que un funcionario llamó, «la información más específica y creíble que hemos tenido, punto». Pero algunos funcionarios aún consideran al sistema casi inútil. Es la «confusión de Crayola», dijo el senador Frank R. Lautenberg, demócrata de Nueva Jersey.

¿Los países que han enfrentado desde hace tiempo el terrorismo han encontrado un mejor enfoque?

Durante los atentados explosivos del Ejército Republicano Irlandés desde los años 70 hasta los 90, Gran Bretaña desarrolló un índice de amenazas, numerándolas del 1 al 4, en el cual los funcionarios trataban de dar una sensación de la situación de seguridad a la policía local y algunos en el sector privado, como propietarios de tiendas en centros comerciales, pero no directamente al público. Una portavoz de la Oficina del Interior, entrevistada la semana pasada, describió el enfoque actual de Gran Bretaña como menos rígido.

«No está numerado, ni codificado por colores, letras o algo así», dijo, hablando, como cuestión de política, a condición del anonimato. «Todos parecen sorprendidos de que no tengamos un sistema codificado en colores. En este momento estamos en un estado de alerta intensificado. Hemos estado así durante seis semanas».

Esa flexibilidad tiene ventajas pero puede conducir a un lenguaje confuso. Desde el 11 de septiembre del 2001, dijo la portavoz, Gran Bretaña uualmente ha estado es «sólo un estado de vigilancia, no un estado incrementado de vigilancia».

El gobierno en Israel, donde un atacante suicida mató a cuatro personas el jueves, no tiene un índice formal de amenazas terroristas. «Siempre estamos en nivel alto de alerta», dijo Danny Seaman, portavoz del gobierno.

En los últimos años, funcionarios israelíes han ofrecido una evaluación informal de las amenazas, diciendo a los reporteros el número de «alertas» de ataque que los servicios de espionaje reciben por semana. Seaman dijo que contar esas alertas a menudo decenas al día es un buen indicador. Pero admitió que era incompleto, señalando que el ataque del jueves ocurrió «aparentemente sin advertencia anticipada».

Las autoridades israelíes emiten advertencias cuando tienen información específica. Pero mantienen las alertas vagas, aun cuando tengan detalles sobre el supuesto atacante, en parte para proteger a sus fuentes y en ocasiones en un esfuerzo por atrapar al sospechoso sin alertarlo.

A principios de noviembre, por ejemplo, las autoridades empezaron a rastrear a un palestino de 16 años, Sabih Abu Saud, de quien se enteraron estaba planeando un ataque suicida en Jerusalén. Funcionarios emitieron una alerta para el área de Jerusalén, pero no divulgaron la descripción del adolescente. Después de que éste cambió de destinos, funcionarios emitieron una alerta revisada, de nuevo sin información específica. El adolescente eventualmente se hizo volar en pedazos, hiriendo a un soldado.

Según algunos informes noticiosos, la vaga alerta terrorista de Washington tuvo una intención similar. Funcionarios federales pudieran haber tenido información de espionaje específica que sospechaban que militantes planeaban tomar algunos vuelos de Air France la semana pasada pero mantuvieron las advertencias públicas en general en un esfuerzo por atraer a los sospechosos. (Para el viernes, funcionarios franceses dijeron que no habían encontrado evidencia de una conspiración.)

«Es un dilema», dijo Ami Ayalon, ex director de Shin Bet, el servicio de seguridad interna de Israel, refiriéndose a los ataques planeados. «Idealmente, el público no debiera saber nada sobre ellos. Recolectamos información de inteligencia no para emitir advertencias sino para actuar en base a ella. En el caso de un fracaso, que quiere decir que uno no tenga información suficiente para evitar la acción, se transmite la información parcial a la policía, que a menudo la hace pública».

Pero esa alerta es «finalmente un error», dijo Ayalon. «¿Qué espera uno que haga la gente? Se asustarán. En muchos casos, preferí correr el riesgo y no decir nada, porque me dí cuenta de que al advertir cada día sobre posibles acciones terroristas, después de una, dos o tres veces, se sabe lo que se consigue: una sociedad aterrorizada que se vuelve cada vez más débil».

Boaz Ganor, director de una organización de investigación antiterrorista israelí, también ve problemas en la forma israelí y estadounidense de emitir advertencias. Pero quiere que se divulgue más información. «Si se tiene una fotografía del atacante, por ejemplo, definitivamente debiera publicarse», dijo.

Vivir en una sociedad democrática con una prensa libre parece requerir algo al menos similar al sistema de códigos de color. «Si tuvieramos una forma segura de comunicarnos con las autoridades, que pueden hacer algo útil, sin también informar al público, que realmente no puede hacer algo útil, entonces eso sería preferible», dijo Brian Jenkins, analista de la RAND Corp. «Pero no vivimos en ese mundo. Si se trata de decir a miles de departamentos de policía sobre una advertencia, la gente empezaría a hacer filtraciones, y en pocos segundos los medios tendrían 25 versiones diferentes de lo que está ocurriendo. El sistema codificado en colores es sólo un atajo».

Al final, el sistema de alerta de Washington no es perfecto, dijo Jenkins. «Pero no existe un sistema, ya sea de 12 colores, blanco y negro o de apagado y encendido, que vaya a resolver los dilemas de cómo se debería hablar ante el público durante una campaña terrorista».

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