Sí, que los saquen

Sí, que los saquen

REGINALDO ATANAY
«Bueno… es que usted dejó el carro en uno de los lugares más peligrosos». Así nos dijeron en el departamento denominado «Plan Piloto», que tiene la Policía Nacional en el Ensanche Duvergé, de la capital dominicana, barrio que es más conocido por el nombre de «Ensanche Honduras.»

Visitamos ese Departamento la mañana del 24 de agosto del año pasado, pues allí nos habían indicado que fuéramos, cuando nos dirigimos al Departamento de Robos, en el Palacio de la Policía Nacional, a denunciar que la tarde anterior, nos habían robado un carro que alquilamos.

El carro, lo habíamos dejado estacionado en la calle Hostos, entre las calles El Conde y Arzobispo Nouel, justo frente a la casa de la familia Morales, y frente también adonde estuvo por muchísimos años el negocio de «Helados Imperiales».

El 23 de agosto, a las 4 de la tarde aproximadamente, habíamos dejado el auto allí, para hacer nuestro habitual recorrido por la calle El Conde y sus alrededores, que nos es cosa obligada, cuando vamos al país. Nos estacionamos en el bar del Hostal Nicolás de Ovando Sofitel, que tras ser ampliado, llegando hasta donde estuvo el viejo edificio del periódico El Caribe, lo habían inaugurado uno o dos meses antes.

En aquel sitio duramos poco más de dos horas, y al regresar el auto, lo que hallamos fue «el limpio». El camarero de un negocio cercano nos dijo con algún apresuramiento que «yo no vi. nada anormal, por aquí».

Teníamos planeado ir esa noche al club Maunaloa a ver el espectáculo «Humor Viejo no se Olvida», y pese a la grande contrariedad que nos embargaba, mantuvimos el deseo de ir a ver el espectáculo, y fuimos, lo que nos mitigó en parte el coraje que habíamos tomado, por el robo.

Pero antes, tomamos un auto de alquiler para que nos llevara al hotel; fue en la esquina El Conde y Hostos. En el trayecto, el chofer miró hacia nosotros, con aire de sospecha, más de una vez, y cuando le preguntamos a qué se debía eso, manifestó que desde que nos montamos en el auto, él había notado que lo seguían dos sujetos que iban en sendas motocicletas. Le explicamos nuestra situación, y se tranquilizó.

Esta historia, muy personal, le hemos tenido guardada, pero hoy la soltamos a la opinión pública cuando se ha sabido que cientos oficiales de la Policía Nacional se apropiaron truculentamente de automóviles que les habían sido robados a sus dueños y ahora, por presión de las autoridades, los están devolviendo.

Se ha hablado de que a esos policías hay que «disciplinarlos», pero eso es un simpleza. Lo que mandan la ley y la razón es que sean despedidos de la Policía; y a seguidas, llevados a los tribunales de justicia, bajo la acusación de robo.

El auto que nos robaron, todavía no aparece; lo habíamos alquilado desde Nueva York, a la compañía Thrifty, que tiene su local en la avenida 27 de Febrero esquina a la avenida Máximo Gómez. Todavía estamos en discusiones con American Express, pues dicen que la Thrifty no hizo lo que debía hacer, y se nos quiere cargar la bicoca de catorce mil dólares por el carro robado.

¿Cómo puede decirse que el centro de la ciudad es un lugar «muy peligroso»? ¿Y decirlo la misma Policía?

Hay que sacar de la Policía Nacional a los ladrones y a los asesinos y demás delincuentes, si es que se quiere que la República Dominicana, como nación. «vaya pa»lante.»

Para la meditación de hoy: Anímate a sentir la vida en ti, en todas las partes de tu cuerpo. Es fácil olvidarnos de que nuestros riñones tienen una función continua, en la purificación de la sangre; que los intestinos cargan con un montón de basura, y a veces les es difícil (por nuestra haraganería) salir de toda ella, mientras se esfuerzan por mantener el equilibrio vital. Bendice esos órganos y los otros que tú sabes que mantienen tu vida, tu entusiasmo y alegría y te ayudan a que cumplas la misión que Lo Alto te ha impuesto en este lado de la Vida.

Hasta el viernes, hermanos. Vade in pace.

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