¡Sí se puede construir una alternativa!

¡Sí se puede construir una alternativa!

Vivimos una situación anómala, creada por las cúpulas políticas y sociales y por nuestra incapacidad de construir una alternativa al desastre en que han convertido la República Dominicana los once gobiernos habidos desde 1966.

Hemos roto todos los récords: penúltimo país de los 34 de América en lo relativo a los factores que determinan el desarrollo humano; entre los menos efectivos en prevenir y combatir la corrupción; el más entreguista ante las presiones y desmanes de las potencias y el capital extranjero; con las cúpulas políticas más ricas y corruptas de América; una institucionalidad sólo de papel celofán, burlada por funcionarios y por los poderosos intereses extranjeros y dominicanos. Y algo paradójico: con un sistema de leyes y normas (que nadie respeta) que si se le agregaran unas cuantas que faltan, un gobierno honesto y de muñeca dura podría aplicarlas y el país se sacudiría de toda la basura y atraso acumulado.

Tenemos también un presidente “que se las trae”, y unos aspirantes a sustituirlos que son un verdadero primor. Mientras estos aspirantes se “jalan los moños” y profundizan la desconfianza de la ciudadanía, el señor Presidente de la República prosigue haciendo uso de su derecho a “decir lo que se le antoje”, sin que nadie le pida cuenta, y ahora se destapa con la rimbombante afirmación de que  “el país atraviesa por una profunda y radical revolución institucional democrática como nunca antes,  que lo hace avanzar hacia la articulación de su  estado democrático y social de derecho que enorgullece a los dominicanos”. ¡Ofrézcome!

Todo el mundo sabe que esto no son más que palabras bien articuladas pero divorciadas de la realidad. Pero nadie dice ni hace nada, que no sea alguno que otro artículo, que solo sirve de desahogo. 

No voy a meter aquí la reelección (del Presidente, su equipo y sus prácticas). Ese es un tema manido, que de tanto repetirse terminará hastiando.

Lo central es el camino y las acciones necesarias para construir una alternativa de cambio; un cambio decente, para llenar el ambiente con un aire vivificador y optimista.

Por falta de espacio sólo digo lo siguiente: ¡Se puede construir una alternativa y una nueva mayoría! Y aquí viene la herejía: Se requiere para ello que haya “una espiga” que crezca ante la opinión pública más que las demás, hasta alcanzar el 10 o 15% de la preferencia pública; se necesita de una inédita política de convergencia y complementariedad;  dotar a la clase media, a la masa pobre y a todos los productores nacionales, de una consigna unificadora y de la convicción ¡de que sí se puede!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas