¡Sí, se puede salir de la miseria sin esperar al Estado..!

¡Sí, se puede salir de la miseria sin esperar al Estado..!

Iniciando el año, quiero volver a publicar esta parte de mi vida, especialmente para los jóvenes que solo piensan en tener lo bueno, lo fácil, lo mucho y lo rápido, con el fin único de que pueda servir de ejemplo de entrega, perseverancia y espíritu superación…!!!
Vengo del fango, del caliche, de las labranzas en conucos y potreros ajenos, cobrando centavos por jornadas de doce horas de trabajo duro, vengo de la cachaza de los pies, de las ampollas y callos en las manos por las arduas labores en la loma, vengo de conocer las entrañas de la indigencia, recuerdo la crueldad de tener que dormir en piso de tierra, dentro de un “saco de pita”, que era mi colchón, sábana y almohada al mismo tiempo y enlodarme cuando llovía al penetrar el agua a la casa (casucha).
Vengo del “hambre de cuadritos”, que pone los labios cenizos y “cuartiaos”, vengo de vivir la sarna y disentería en toda su crudeza, vengo ser castigado chocándome la cabeza con la esquina del estante, vengo de vivir “encuero” hasta los 9 años por no tener ropa, vengo de ir a una excursión escolar al Palacio Nacional, Altar de la Patria y otros lugares importantes «descalzo» por no tener zapatos, (mi primer calzado fue una “pantuja” de goma a los 11 años.
Vengo de ser carretillero y “triciculero”, vengo del mabí, de la masita, del pancuco, vengo de comer mallorquina con agua de azúcar prieta como “alimento posible” y de recordar que cuando aparecía un “sancocho de habichuela prieta” (sin carne, por no haber) era para gozar de lo lindo, bailar bonito y “lamberse” los dedos.
Vengo de las lombrices, los empeines, los golondrinos, la seca, la nigua, vengo de ir a las fondas a fregar los trastes para que me dejen comer los bigotes (las sobras de comidas que dejaban los clientes), con las mismas cucharas de ellos, sin pensar en enfermedades contagiosas o falta de aseo bucal de ellos y sólo buscar saciar el hambre visceral.
Vengo de hacer las necesidades en el monte, encima de una mata de cacao, por no haber ni siquiera letrina, vengo de ir a San Pedro de Macorís desde La Romana “a pie” buscando trabajo, por no tener para el pasaje, vengo de dormir por mucho tiempo en marquesinas y garajes, vengo de “fajarme” con varios panales de avispas y culebras encima de una “alta mata de coco” y tener que “bajar a mil” pelándoseme el pechito y las piernitas, vengo de quitarle la comida (los panes viejos) a los puercos, que le llevaban a la pocilga, vengo de probar refresco por primera vez a los 11 años.

Y con grandes esfuerzos y sacrificios he logrado escalar algunos espacios sociales (Juez presidente de la Corte de Apelación de San Pedro de Macorís, viceministro de Interior y Policía, entre otras funciones), siempre aferrado a los valores cristianos y por ellos, conservando como tesoro fundamental la honradez y responsabilidad.

El autor es abogado y profesor universitario

 

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